Una tomadura de pelo con cifras
La noticia del Ayuntamiento de que los fondos destinados a Valcárcel irán para otros usos confirman la poca fiabilidad de este equipo de Gobierno
Nunca una exageración estuvo tan bien traída como cuando, desde algunos sectores, se ha definido al equipo de Gobierno de la ciudad de Cádiz como «trileros». Pese a que no puede adjudicársele este término en su sentido literal, ya que no están en una mesa ... moviendo la bolita bajo tres vasos, sí que les encaja el adjetivo a la perfección cuando se piensa en la gestión que se ha llevado a cabo de la rehabilitación de Valcárcel. Cuando aún no había acuerdo entre Junta, Diputación, Universidad de Cádiz y Ayuntamiento, el Consistorio sacó pecho y dijo que aportaba los cinco millones. Aquí están, aquí, mírenlos y hagan sus apuestas. Con declaraciones altisonantes y acusaciones infundadas (no hace falta que se las repitamos, que la derecha no cree en la educación pública, que las inversiones de calado no llegan a los barrios populares...) el equipo de Kichi exhibían el dinero como el potentado que entra al bar anunciando que invita...
Pero como le sucede al que va de potentado, cuando llega la cuenta, se echa atrás. O volviendo al ejemplo del trilero, en cuanto se levantan los vasos en el momento definitivo se descubre que no hay dinero. Que con habilidad artera se ha llevado a otro lugar. Llámase Portillo, llámese Teatro del Parque o llámese como se quiera. Ya se lo reprochó el pasado miércoles el presidente del PP local, Juancho Ortiz: lo que se buscaba con esos cinco millones no era ayudar con el proyecto de Valcárcel, era la bronca política.
En tiempos de campaña, y Cádiz lleva afrontándola desde hace meses, todo es posible. Quizá los cinco millones de remanente de tesorería vuelvan a estar disponibles para Valcárcel si surge algún contratiempo en el proyecto. Quizá si se consigue enderezar el rumbo en Eléctrica de Cádiz, el Consistorio se vea con capacidad para volver a prometer ese dinero. O si ve que hay una oportunidad para fomentar un debate que dañe a los rivales políticos de manera interesada, que no les quepa duda que el dinero volverá. Porque como los trileros, lo importante es ir moviendo todo para que nadie sepa dónde está la bolita.