Mucho por hacer en seguridad vial
El descenso general de multas y de alcoholemia no oculta el desánimo por ver cómo suben denuncias tan graves como consumo de drogas, uso del móvil o no llevar el cinturón
Nunca como en estas fechas de masivos desplazamientos –recuperados con toda la fuerza imaginable tras los dos años de frenazo pandémico y sanitario– resulta tan necesario conocer la realidad del tráfico en nuestras calles y carreteras para prevenir desgracias en una de las mayores fuentes ... de mortalidad de España y de todos los países desarrollados. Para que la observación sea exacta, hay que comparar los números de 2021 con los de 2019 e ignorar el año intermedio por cuanto el confinamiento provocado por la alerta Covid-19 redujo los movimientos como nunca se había conocido en décadas. Esa circunstancia adultera cualquier comparación, la desactiva. De vuelta a la normalidad, encontramos que la mejora de hábitos y comportamientos al volante, al manillar, no se ha producido. Si hay un avance parcial es muy leve. Los números de sanciones totales en la provincia durante 2021 bajan respecto a 2019 pero de forma escasa. Los números son tozudos y, con la mejoría que quiera verse, queda mucho camino por recorrer. Los datos facilitados la Dirección General de Tráfico tienen algunos aspectos desoladores y unos pocos, esperanzadores. La falta de conciencia aún es excesiva.
Bajan las multas por alcoholemia, sí, pero suben las impuestas por consumo de otras drogas o por manejar el teléfono móvil durante la conducción. Este último caso se ha convertido, sin duda, en la mayor plaga contra la educación vial en la actualidad. Para mayor alarma contra la relajación, también crecen los delitos por imprudencia y negligencia grave, los que se asocian a no respetar semáforos en rojo y pasos de cebra o al intento de eludir un control de la Guardia Civil de Tráfico. También son, porcentualmente, más los conductores interceptados sin carné, los acusados por conducción temeraria y los que rechazan someterse a pruebas de alcoholemia o drogas. Puede que se haya avanzado algo en la conciencia contra la bebida, muchísimo en el uso del casco en motos y ciclomotores –fruto de un mayor celo, de mayor número de controles– pero la realidad muestra una obviedad: queda mucho por hacer y decir, mucho por concienciar en seguridad vial.