El respeto y la ley
En la vida cotidiana existen numerosas situaciones fronterizas y ante la ausencia de norma ha de imperar el sentido común
Allá donde no llega el respeto debe aparecer la ley, pero a su vez donde la ley se frena ha de alcanzar el respeto. El debate entre fumadores y no fumadores es centenario y se recrudece al comprobar los efectos dañinos del tabaco sobre la ... salud. Ya no es sólo molestia, que debería bastar, sino que la nicotina provoca numerosas enfermedades (la principal causa de muerte evitable en el mundo) y el humo es un castigo inaceptable para el pasivo que observa y respira en derredor.
Por la defensa de estos últimos es necesaria la legislación contundente, ser contumaz con aquel que enciende el pitillo en zonas prohibidas. La impopular Ley Antitabaco de 2011 vertió infinitas críticas especialmente entre los hosteleros, sobre todo por las lagunas de la norma y las inversiones que obligó a acometer para luego extender la prohibición y por tanto invalidar la regla; pero el paso del tiempo ha mostrado el acierto de dejar el humo fuera de los espacios públicos cerrados. Chirría ver ahora películas, series o documentales de hace escasas fechas en las que el cigarro era elemento común en nuestras vidas, en cualquier escenario. Ahora es un ejercicio para practicar o en espacio privado o abierto.
No obstante, el verdadero problema se ciñe ahora a cómo gestionar el asunto en los lugares al aire libre pero multitudinarios. Un parque infantil, por donde corretean niños y adolescentes: está prohibido; un campo de fútbol, plaza de toros o cualquier recinto deportivo abierto en los que la distancia entre asistentes es pequeña: permitido; alrededor del hospital: prohibido; en un campus universitario: permitido porque los estudiantes son mayores de edad. Es fácil apreciar como pequeños matices establecen la disparidad de criterios y la línea es sumamente difusa entre unos casos y otros.
La diferencia siempre la tiene que marcar el perjuicio al fumador pasivo, multiplicada si para colmo es menor de edad. Y aquí es donde en ocasiones el respeto del fumador (o el tan maltratado sentido común) ha de imponerse. Incluso se acepta la señalización para advertir del conflicto. El error, desde el bando 'libre de humos', es hacer uso de la intolerancia, el castigo y el dogma. Fumar forma parte del derecho individual que no ha de ser ultrajado de manera moralista por aquellos que no comparten este vicio. Que es malo, dañino, perjudicial para la salud, sin duda, pero pertenece a ese libre albedrío del ser humano, del empoderamiento humano para tomar sus propias decisiones, acertadas o equivocadas. Forma parte de su libertad.