El PSOE: entre el paripé y el abismo

La doble personalidad, exigente y colaboracionista, nunca ha colado en Cádiz pero los socialistas persisten en una táctica que les condena a la irrelevancia

Los socialistas gaditanos, los andaluces y pronto los de toda España se deshacen en preguntas para tratar de saber qué hicieron mal. Mientras la vieja guardia se empeña en pedir indultos para los dirigentes que –quizás sin mala fe, ni avaricia personal– permitieron con su ... negligencia tres décadas de red clientelar y corrupción, los jóvenes del partido se ven atrapados en un lodo antiguo que tampoco saben limpiar. El desánimo en las filas del puño y la rosa es común. Las elecciones autonómicas del pasado 19 de junio solo fueron una prueba y las municipales de la primavera servirán de confirmación. El descenso constante de militantes y votantes o las crecientes dificultades para encontrar candidatos en pueblos y ciudades son sólo dos síntomas entre muchos. El caso de la capital gaditana es paradigmático para ilustrar el errático rumbo de una formación que fue dominante y hoy se ve cercana a la irrelevancia. La única excepción es el Gobierno de Pedro Sánchez que aún la evita a costa de vender alma, leyes y margen de maniobra a socios independentistas y extremistas.

En las pequeñas ciudades, el debate se reproduce a pequeña escala. Si el PSOE percute contra el PP a cualquier coste, se acerca a los populismos. Si se aleja de estos últimos, teme ser tachado de conservador por su ya escasa base social. Como añadido, para las generaciones de votantes que no han cumplido los 40 años, los socialistas representan una especie de oscuro colectivo que se dedica a perseguir sillones pagados por todos y cómodos empleos para partidarios o familias.

En la ciudad de Cádiz, el PSOE que permitió y permite que anticapitalistas y comunistas gobiernen hace de vez en cuando, como ayer, el paripé de ponerse exigente. Pero no cuela esa doble personalidad. Perdió la Alcaldía en 1995 y no ha vuelto a coger el bastón de mando en la capital. Cayó una y otra vez ante Teófila Martínez. Después, se lo entregó a José María González 'Kichi' gratis, con la intención fallida de desgastarle. Y así sigue 27 años después, sin oler un Gobierno local que tiró por los bloques entre disputas de camarillas y aspirantes. La fórmula colaboracionista no funciona. La doble personalidad, tampoco. No cuela.

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