La larga noche del ocio nocturno
Las funestas consecuencias económicas por la pandemia, la falta de apoyo de las administraciones y el cambio de hábitos de los consumidores ahogan a discotecas, pubs y sala de fiestas
Zarandeado y vapuleado de manera continua, es el sector más castigado de la hostelería. Las discotecas y salas de fiestas aún penan por las consecuencias de la pandemia, cuando acarrearon con culpas propias y ajenas que repercutieron muy negativamente en su imagen y pecunio. Resultaron ... ser los últimos negocios en abrir puertas, con esfuerzos supinos en materia de inversión y limitaciones duplicadas con respecto a otros 'business'.
Así que en la provincia de Cádiz el vendaval arrampló casi con la mitad de estas propiedades, quejosas por el maltrato de las administraciones públicas y su mínima colaboración. Esas 'ayudas' sólo han permitido cubrir una ínfima parte de los gastos obligados para adecuarse a las normas. Sólo quedaba resistir, sobrevivir. Alguna vez remitiría el tsunami vírico y los que quedaran se repartirían el pastel.
Pero la resaca es todavía más dura y de ese suculento postre van quedando migajas. Cada vez los gaditanos, oriundos o turistas, se acercan menos por las discotecas pese al desenfreno propio del estío. Obedece a varias razones.
A nivel sociológico, la pandemia quizás no nos hizo mejores pero sí más 'madrugadores'. En España comienza a arraigarse el célebre 'afterwork', el denominado tardeo en su acepción hispana. Se adelanta la hora de salida, se disfruta más del día y la recogida es más temprana, lo que perjudica esencialmente a este sector. Además, existe una predilección, venida de estos malos tiempos, por los espacios abiertos, las terrazas y ambientes menos multitudinarios, lo que también juega en su contra.
Aquí no queda más remedio que adaptarse a los nuevos hábitos, adelantando horas.
No obstante, estas discotecas y salas de fiestas también se topan ahora con competidores (chiringuitos con licencia de quioscos) que alargan su cierre, cuentan con terrazas, copas y actuaciones. Es menester de la Administración vigilar que no se perpetúe esta competencia desleal que puede llevar a la ruina a un sector con un centenar de locales y más de mil trabajadores en la provincia.
Capítulo aparte merece la noche gaditana. Su luz titilante se apaga cada año y apenas resisten dos discotecas en la capital. Cádiz no resiste más allá del crepúsculo y amenaza con tumbar los últimos cimientos de un sector que se sepulta bajo las sombras.
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