Inacción y mala gestión hasta el final

Los últimos errores se suman a una larga lista de decepciones municipales desde hace ocho años

Es una crítica unánime. Incluso ha trascendido a su círculo más cercano, el Carnaval, el oficial, el Concurso Oficial de Agrupaciones. Las comparsas y las chirigotas que hasta ahora callaban o alababan se han sumado como lo que siempre se ha dicho que son: 'La ... voz del pueblo'. Esos grupos, como una gran mayoría de ciudadanos, de vecinos, viñeros o de cualquier otro barrio (que también tendrán derecho a respirar y opinar) dicen que ha sido un chasco. Por no buscar una palabra más gruesa. La gestión de lo cotidiano ha sido muy decepcionante en la etapa de José María González Santos al frente de la Alcaldía. Su labor como regidor, como primera autoridad de la ciudad, ha ido haciéndose confusa y errática hasta prácticamente desaparecer entre una cortina de humo de polémicas ideológicas y poses de un izquierdismo radical trasnochado. Los ejemplos son muchos: de la limpieza (o su ausencia), a las playas, del vetusto transporte público a la pésima relación con la Policía Local. Incluso en su fase final, en su etapa de salida, a tres meses de dejar el cargo, se acumulan las pruebas del fiasco. La pérdida de seis millones de euros en fondos públicos para el fomento de la vivienda clamaría al cielo si no fuera porque los clamores han sido demasiados y ya pasan desapercibidos. Incluso las anécdotas, simbólicas, también pesan. Algunos uniformes de los trabajadores de la nueva concesionaria de limpieza tienen el escudo del Ayuntamiento de Madrid. El demonio está en los detalles, escribió alguien. En el torso del vestuario de trabajo también puede posarse.

Cuando se acercan las elecciones y empiezan a aparecer edulcoradas imágenes de los candidatos, de todos, los dirigentes políticos hacen por exhibir sus capacidades. Sin embargo, Kichi se aparta. Queda sepultado por ocho años de inacción y omisión, de incapacidades compartidas con su equipo. Ni siquiera puede entregar un testigo reseñable a las personas llamadas a sucederle. Bien al contrario, les deja una ristra de problemas sin resolver. Quizás por eso ha optado por ese postrero segundo plano. Pero esa actitud no eliminará tantos meses de falta de iniciativa, liderazgo, ideas y acierto. Que haya pedido a los sindicatos que se pongan de acuerdo entre ellos para buscar una solución al caos creado con la aprobación de la Relación de Puestos de Trabajo es otro ejemplo entre un centenar.

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