Hundimiento a cámara lenta

La flota pesquera gaditana suma cada día un nuevo obstáculo: reducción de cuotas, caladeros cerrados, derrotas políticas, algas invasoras, falta de mano de obra...

La Voz de Cádiz

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Algunos sectores económicos, esenciales, sólo llaman la atención cuando se llevan el enésimo golpe. O cuando se revelan imprescindibles (en una pandemia planetaria) como quedó demostrado con la agricultura hace dos años. Es el mismo caso del sector pesquero. En la provincia vive en permanente ... riesgo, siempre sobre el borde del acantilado y con el temor de que aún más puestos de trabajo, más beneficios y más productividad se caigan al mar para no volver a salir a flote. Tras recuperarse de la caída del consumo en la hostelería derivada del Covid-19, parecía que empezaba a levantar cabeza pese a la falta de trabajadores y las limitaciones constantes. Pero los enemigos son demasiados, si se añade además un alga invasora que se expande por todos los fondos con una voracidad que nadie parece querer ver, tenemos el cuadro completo. Los bancos del Golfo de Cádiz cada vez son menores y más inaccesibles. Ahora, como sucede de forma cíclica, llega la reducción de cuotas desde la Unión Europea. La flota andaluza, especialmente la de Algeciras, Tarifa, El Puerto, Sanlúcar, Conil y Barbate ve ahora limitada la captura de gamba y cigala en el Golfo de Cádiz. El límite baja, de hecho, casi a la mitad. De 63 a 32 toneladas. Las espadas están en lo alto en el sector pero llevan así demasiado tiempo y los brazos empiezan a cansarse. Todas estas batallas, incluida la permanente amenaza de Marruecos y sus caladeros, dependen de negociaciones que se demoran meses y meses, siempre se cierran –como ayer– a la baja. Siempre en perjuicio de trabajadores, flotas y patrones. Siempre un kilo más de ruina para los pescadores gaditanos. Las negociaciones siempre están arrancando, pendientes o recién cerradas. Pero siempre para mal. En Bruselas o Estrasburgo. En Rabat o en Madrid. Da igual: los quebrantos pesqueros nunca encuentran solución. La permanente precariedad de un Gobierno distraído en batallas ideológicas y territoriales tampoco ayuda a encontrar soluciones. España no deja de perder peso en las negociaciones comunitarias o internacionales. El último reparto de cuotas pesqueras acordado por los ministros de la UE lo confirma. Otro palo en la hélice.

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