La emigración no es cosa del pasado
Muchos gaditanos, especialmente de la Sierra, siguen yéndose largas temporadas al extranjero para conseguir unos ingresos que no logran en su tierra
Al melocotón, la manzana o la uva. Gaditanos de Alcalá del Valle, Zahara o Puerto Serrano que históricamente han hecho las maletas rumbo a otros países durante varios meses para conseguir a base de esfuerzo no ya una cantidad de dinero que les permita vivir ... relajadamente durante el resto del año, sino un pequeño colchón con el que tener algo de margen mientras van trabajando en lo que les va saliendo en los meses restantes.
Lo siguen haciendo hoy día, como podemos comprobar con un grupo de jornaleros de Alcalá que esta semana se ha desplazado hasta la francesa localidad de Les Barthes y que no regresarán hasta dentro de tres meses. Cierto es que la experiencia hoy día es menos angustiosa en lo personal, porque la tecnología permite mantener un contacto más directo con los seres queridos, pero no deja de ser duro el hecho de tener que separarse de la familia y de su entorno para conseguir un sueldo que no pueden lograr aquí. Y no es un trabajo cualquiera, es físicamente duro y hay que estar preparado para ello. Por eso cada vez es más complicado lograr gente que esté dispuesta a formar parte de las cuadrillas, que ahora se tienen que completar con personas de otras provincias e incluso de otros países.
Esta emigración ha conseguido además que los descendientes puedan mejorar sus condiciones de vida, ya que muchos de ellos han logrado dar estudios universitarios a sus hijos, que ya no tienen la necesidad de dejar su casa para trabajar. Son también un claro ejemplo de que los tópicos sobre los gaditanos distan enormemente de la realidad. Más allá de la chanza e incluso el reírse de uno mismo en situación en las que otros pueden estar más cabizbajos, Cádiz está llena de gente en todos sus municipios que se dejan la piel por sacar adelante sus casas y hacer de sus pueblos y ciudades lugares más prósperos, probablemente con el anhelo que íntimamente perseguíansus antepasados cuando dejaban el provincia, el poder volver, quedarse y progresar en un trozo de Andalucía que tiene todo lo necesario para ser un sitio de referencia. Esos emigrantes son gaditanos de pura cepa, tal y como ellos mismos reivindican. Porque lo son y porque hacen patria de su tierra allá donde van. Por eso estos vecinos de la Sierra, que sudan la gota gorda en el extranjero para traer dinero a sus casas y luego gastarlo en sus pueblos, piden que no los olviden. Ellos no dejan de pensar en su Cádiz.
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