Un discurso que huye del sectarismo

Kichi ha hecho del sectarismo una de sus señas de identidad, en no pocos casos sin molestarse siquiera en ocultarlo. Ha discriminado a todo aquel que no comparte su trasnochada ideología política, desde los niños escolarizados en centros concertados –la mayoría de los gaditanos–, a los empresarios o los propios agentes de la Policía Local. Especialmente sangrante ha sido el caso de los alumnos cuyos padres no eligieron la educación pública al entender que lo mejor para sus hijos era enviarlos a un centro concertado. Kichi, al que este tema enerva especialmente al haber sido liberado sindical del sindicato extremista de enseñanza USTEA, ha puesto todo su empeño en confundir enseñanza concertada con enseñanza privada, a sabiendas de que no son, ni de lejos, lo mismo. Los colegios concertados son absolutamente gratuitos para todos los alumnos. Además, él sabe perfectamente que en la capital no existe ni un solo colegio privado. El último que quedaba era Argantonio y hace ya varios años que también fue concertado por la Junta de Andalucía. Sin embargo, no sólo ha insistido una y otra vez en ese discurso populista y sectario, sino que incluso ha organizado diversas actividades municipales –que pagan todos los gaditanos– exclusivamente para aquellos alumnos que asisten a la escuela pública. Un año incluso trató de prohibirles ir en las carrozas de la cabalgata de Navidad, teniendo que dar marcha atrás ante el clamor de cientos de padres.

Por eso, el resto de candidatos harán bien en insistir en todo lo contrario. En mantener un discurso que incluya a todos y cada uno de los gaditanos, voten a quien voten. Quien más claro lo está dejando por ahora es Bruno García, que cuenta además con el aval del presidente de la Junta, Juanma Moreno, quien ya ha demostrado con hechos, y así se lo han refrendado las urnas, que la moderación y el buen talante deben ser dos de las armas principales en cualquier político.