La cruel desmemoria histórica de kichi
Resulta bochornoso que quien ha hecho del callejero de la ciudad su monopoly se olvide de uno de los mayores símbolos de la lucha democrática
La memoria es a veces traicionera. Uno cree recordar con exactitud meridiana un acontecimiento y descubre que tenía erradas fechas, o lugares, o compañías. La memoria es también selectiva. Tendemos a recordar lo bueno por encima de lo malo en algunos casos y, en otros, ... abordamos lo funesto con más precisión que lo deleitoso. Y la memoria también es pública y privada. En la memoria pública se recuerdan los grandes acontecimientos, las decisivas batallas, los literatos más brillantes. En la privada, uno recuerda un amor, una visita, un olor, o una fecha. Muchas veces estas memorias se dan la mano. Por ejemplo, con lo ocurrido aquel 12 de julio de 1997. En esa fecha, cada uno de nosotros recuerda dónde estaba, con quién, qué sentía cuando en la memoria colectiva de España quedó grabado a fuego el asesinato vil y cobarde de Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP al que la banda terrorista ETA descerrajó un tiro. Nacía en ese momento el Espíritu de Ermua, que consiguió unir a todos los españoles y a gran parte de la sociedad vasca en su rechazo frontal contra el terror abertzale.
Sin embargo, la memoria también puede ser sectaria. La memoria puede ser interesada. La memoria puede ser infinitamente injusta. Sólo así se entiende que un ayuntamiento como el de Cádiz, que se vanagloria de tener una Concejalía de Memoria Democrática (que sufraga usted con sus impuestos) condene al olvido a Miguel Ángel Blanco y no reivindique actos en el 25 aniversario de su asesinato. Sólo desde una memoria torticera y tendenciosa se pueden reivindicar reparaciones históricas de hechos acontecidos hace casi 90 años y despreciar actos de justicia para lo que pasó hace 25. Sólo una memoria egoísta y caprichosa puede reivindicar para el callejero cambios que nadie ha solicitado y que a nadie han agradado y dejar en el último cajón de la burocracia la rotulación de una plaza con el nombre de Miguel Ángel Blanco, tal y como fue aprobado en el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz.
La memoria puede tener muchas formas. Y la desmemoria interesada que está practicando Kichi se asemeja mucho a la de la crueldad.