La crisis de la Policía Local sigue intacta
Los grandes eventos de septiembre vuelven a resaltar un conflicto enquistado que el Gobierno local no sabe resolver
Siete años después de su llegada a la Alcaldía, es una evidencia para una gran mayoría de gaditanos que los dirigentes de Podemos-Ganemos-Adelante-Anticapitalistas tienen una relación muy mala con la gestión, con la práctica de la administración política. No se les da ... bien. La retórica sí la dominan. La lírica de los eslóganes y los discursos se les da mejor. Resolver conflictos es otra cosa. Los mensajes bienintencionados o dinamiteros de los megáfonos suelen convertirse en complejos retos cuando se trata de solucionarlos a través de normas, leyes, burocracia, reuniones e intereses enfrentados. Esta realidad cuenta con múltiples ejemplos pero ninguno tan claro como la colisión del Gobierno municipal con la Policía Local. Durante el verano que ya encamina su final, esta crisis ha quedado tapada por las vacaciones y la inercia del descanso. Parecía que había menguado de no ser por alguna pancarta muy visible o alguna declaración esporádica. Sin embargo, ha bastado el retorno a la actividad cotidiana para comprobar que todo sigue igual, en una especie de huelga de celo encubierta que los dirigentes consistoriales no saben resolver, incluso ya ni afrontan. El resultado es que las playas de Cádiz han estado, un verano más, sin Policía Local y que los numerosos servicios que prestaban los funcionarios a título voluntario siguen paralizados. Son muchos e importantes. Además, la cobertura de algunos importantes eventos próximos sigue comprometida. Los refuerzos necesarios para atender la celebración de la procesión Magna de Cádiz, el próximo 17 de septiembre, o de la Sail GP, 24 y 25 de septiembre, peligran al igual que sucedió con el Carnaval oficial del pasado mes de junio.
La falta de entendimiento entre el equipo de Gobierno y los sindicatos policiales provocó el pasado marzo la ruptura total de unas negociaciones que parecían haber llegado a un acuerdo poco antes pero que se prolongan sin éxito desde hace ya casi cuatro años. Las consecuencias las pagan los ciudadanos. En forma de servicios suspendidos, de graves riesgos y de flagrante falta de efectivos. Empieza otro curso, llegan las grandes citas de septiembre y todo está donde siempre. Lo dicho, es mucho más fácil clamar contra los recortes o errores de gestión de otros que remediarlos cuando se puede y hay ocasión de cambiar las cosas desde dentro.