Chiclana o el mejor turismo posible
Los números de 2022 en esta localidad muestran que es posible compaginar éxito absoluto con escrupuloso respeto a la naturaleza, al trabajador y a los vecinos
Es un sector esencial. Merece el apoyo de todos y, precisamente, parte de ese respaldo incondicional incluye el análisis, la crítica propositiva y la autocrítica para no caer en una autocomplacencia dañina. La provincia viene de vivir el mejor verano en muchos años. Más allá ... de superar, obviamente, las cifras de los difíciles 2020 y 2021, los números de desplazamientos, pernoctaciones y visitas han experimentado un rebrote fruto de las ganas de disfrutar atrasadas, de la frustración acumulada ante la trágica pandemia. Esta situación, que ojalá vaya quedando atrás con el transcurso de los años, tampoco puede confundirnos. Es preciso trabajar por y para un turismo sin dientes de sierra, sin picos y bajadas, sin bandazos entre confinamientos traumáticos y reaperturas en estampida.
El auge del turismo a nivel global puede provocar –hay numerosos ejemplos con Venecia siempre al frente– en un problema de carácter poliédrico, con numerosas aristas. Las fronteras entre el éxito y la saturación son tan difusas que añaden complejidad a la observación. Hay que tender a la búsqueda del equilibrio, complicado cuando en lugar de hilar fino se tensa la cuerda con discursos toscos, sectarios, maniqueos, de trazo brusco, carentes de reflexión y hasta frentistas, lejos del consenso necesario.
Es el turismo es el principal motor de la economía gaditana, fuente de ingresos de miles de vecinos que se levantan cada mañana dispuestos a ganarse el pan. Eso no justifica los abusos y excesos, los comportamientos incívicos del visitante ni las malas condiciones de trabajo. Hay espejos en los que mirarse. Y están entre nosotros. Chiclana ha batido todos los registros en un verano inolvidable y lo ha hecho con una apuesta por la calidad. Desde el respeto urbanístico al medio ambiente (hoteles y urbanizaciones maravillosos que ni siquiera se ven desde la playa porque fueron pensados así), unas playas mimadas, propuestas deportivas, una programación musical asombrosa, guiños a la cultura local (del flamenco al vino), equilibrio entre empresas y trabajadores o respeto por la convivencia con los lugareños son algunas de las piezas del rompecabezas mágico. Queda demostrado que es posible.
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