El Apunte

Cádiz se adentra en el invierno demográfico

La caída de la natalidad alcanza cifras desconocidas y ya amenaza el equilibrio en educación, mercado laboral y pensiones

El número de plazas escolares vacantes nos recuerda cada septiembre, hace muchos años ya, el grave problema de natalidad que tiene Cádiz. Como Andalucía. El hecho de que comparta esa situación con toda España y buena parte de Europa supone un escaso consuelo. El llamado ... invierno demográfico era resumido hace unos días por una columnista con una expresión brillante: «A España le sobran cada vez más columpios». No hay registros de un número más bajo de recién nacidos desde que hay un recuento oficial, allá por la posguerra. Por entonces empezó a crecer la cifra de partos hasta alcanzar su tope en 1964, cumbre del 'baby boom' que ahora amenaza con provocar un número desconocido de pensionistas cuando menos jóvenes hay para sostener con sus aportaciones el sistema público de pensiones.

Pero desde hace 58 años los alumbramientos empezaron a bajar y bajar, gradualmente, con especial gravedad a partir de los años 90 y de forma dramática con el cambio de siglo. La crisis sanitaria de 2020 ha resultado ser la puntilla. Ahora nacen en la provincia de Cádiz la mitad de niños que en ese 1964. Si en 2002 teníamos diez bebés por cada mil habitantes, ya vamos por siete. Sólo Malta tiene menos hijos que los españoles en toda Europa.

Esta cifra no garantiza la llamada «reposición demográfica». Es decir, hay más fallecimientos (en torno a 450.000) que nacimientos (337.000) y por lo tanto perdemos población a cierta velocidad. Cabría achacar la situación a la terrible crisis pandémica pero sería autoengañarnos. Comenzó 30 años antes aunque el Covid-19 la haya agravado. Viene de lejos. Las causas pueden ser muy diversas y todas merecen urgentes políticas públicas sobre la familia. Acceso a la vivienda, reducción del desempleo juvenil y mejora de sueldos parecen objetivos evidentes. Hay prisa.

Las consecuencias del «invierno demográfico» –incluso «suicidio» lo llaman algunos expertos– son numerosas. No sólo en el creciente vacío en los centros educativos, también en el envejecimiento de la población, en la pérdida de energía social y en el desequilibrio insostenible del sistema público de pensiones.

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