El apunte
Un alarmante síntoma de alienación social
El incremento de agresiones a personal sanitario habla mal de una sociedad embrutecida
Qué lejos parecen aquellos momentos de aplausos emocionados al atardecer. Qué antiguas quedan ya aquellas muestras de respeto y admiración a las puertas de hospitales y centros de salud. Han pasado apenas dos años pero parece que han sido dos siglos porque han reaparecido ... las insolidarias e incomprensibles agresiones a los trabajadores sanitarios, desde médicos a conductores de ambulancias, de administrativos a celadores.
Los sindicatos de médicos y enfermeros de Cádiz andan a la gresca con el Servicio Andaluz de Salud por los recortes que se están efectuando en materia sanitaria en este último verano, bajo la acusación de que están suponiendo una merma en la asistencia a los pacientes. Aseguran estos colectivos que cada vez hay menos personal y que esta carencia supone un agravante para una serie de agresiones que tiene otros orígenes más complejos y diversos, de carácter cultural y social.
Podemos caer en uno de los peligros más comunes de toda sociedad en todas las épocas: normalizar lo excepcional y vivir como algo inevitable lo que es una barbarie. Porque las agresiones a personal sanitario se ha convertido en algo cotidiano. Semanal, como mínimo. Esa infantería de trabajadores de la salud se enfrentan a las agresiones físicas de los usuarios demasiado a menudo. Por no hablar de las verbales, que podrían ser contadas por minutos.
Es asombroso que personas cuyo trabajo consiste en asistir, en ayudar y socorrer, cuando no en consolar y animar, reciban golpes y amenazas de algunos de los destinatarios de esa humana colaboración. El cambio legislativo que convirtió los ataques a estos trabajadores en atentado a la autoridad parece no haber dado frutos por más que así esté contemplado en nuestra normativa vigente.
Es preciso entender que las situaciones de tensión tienen dos grandes causantes: circunstancias y actitudes. Entre las primeras destaca la saturación de muchos servicios. Entre las actitudes, destaca un evidente retroceso en el respeto al profesional, a la autoridad, una crisis de educación y convivencia que vivimos todos al margen de edades, orígenes y estratos sociales. Nos hemos embrutecido.
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