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La malversación continúa

De lo que se va conociendo en Valencia se descubre una ironía lacerante. La corrupción electoral afecta especialmente a la campaña municipal de Carmen Alborch contra Rita Barberá

Julián Quirós

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No hicieron falta ni 24 horas. Fue el lapso de tiempo entre que Pedro Sánchez justificara la neutralización del delito de malversación (porque según él ya no existe corrupción en España) y que emergiera una contabilidad B en el socialismo valenciano. Y unas horas después ... una histórica dirigente andaluza, del mismo partido que Sánchez y Griñán, entraba en prisión condenada por el caso de los ERE. Y acto seguido, la UGT, hermana del PSOE, se compromete a devolver 36 millones de euros cobrados indebidamente de la Junta de Andalucía. De malversación, de momento, no vamos faltos, incluyendo al partido socialista y sus baronías. De lo que se va conociendo en Valencia se descubre una ironía lacerante. La corrupción electoral afecta especialmente a la campaña municipal de Carmen Alborch contra Rita Barberá; fue la última vez que los socialistas intentaron ganar a la alcaldesa popular en las urnas, tras el enésimo fracaso desistieron y prefirieron usar los juzgados contra ella. Delito de hipocresía, malversación aparte.

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