No ni ná
Sevilla se suma al cambio
Los sevillanos, como antes los andaluces, votan cambio porque están hartos de una política que no soluciona sus problemas
Las crónicas de la noche electoral han sido benevolentes con Antonio Muñoz a pesar de haber perdido la Alcaldía más importante del PSOE, la silla de Sevilla. Muñoz tenía a favor que es un político que cae bien. Es cercano, algo fundamental para un alcalde, ... aunque su sobreexposición en terrenos ignotos para él como las cofradías, penitencia y gloria, han hecho que cierto público a uno u otro lado del arco ideológico le hayan achacado cierta hipocresía.
Muñoz había heredado un huerto poco labrado en los últimos seis años que no ha dado frutos al final. Fue sincero cuando recién llegado a la Alcaldía admitió que Sevilla estaba muy sucia y que era su prioridad. Un año después la ciudad seguía tan sucia como antes. Quizás haya que pensar menos en justificar una derrota electoral en el daño que le ha hecho el sanchismo a Muñoz y pensar si no ha sido peor el que le ha hecho la forma de gestionar el PSOE las empresas municipales.
Muñoz no puede echarle toda la culpa al sanchismo, porque le pese o no, hoy es como culpar al socialismo, del que no puede renegar. Sin autocrítica la hemorragia de votos se repetirá a final de año, pero no es un ejercicio que acostumbre a hacer sus dirigentes; pongamos que Espadas que, de tener amarrada la Alcaldía con tan poco esfuerzo como hoja de servicio, la ha perdido, como el resto de capitales andaluzas, como barón socialista. El PSOE era más urgente que Sevilla.
Así que los sevillanos, como antes hicieron los andaluces han votado por un cambio político porque están hartos de una forma de hacer política que no soluciona sus problemas, porque no cuela que el Gobierno que nos olvidó durante tantos años desbloquee proyectos en campaña, porque están hartos de tanta ideología y tanta prohibición.
Los sevillanos han votado cambio porque precisamente hay un candidato que les ha prometido, como hizo Juanma Moreno, otra forma de gobernar, y sobre todo de gestionar, situando las prioridades ciudadanas sobre las del partido, que es la mejor forma de que prospere el partido. A José Luis Sanz, que en los mítines del PSOE le llamaban el triste, los sevillanos no le piden que se ría sino que nos haga sentirnos mas alegres, logrando una Sevilla limpia, que supere los problemas de tráfico, que reivindique allá donde haga falta lo que le falte, que cuide su idiosincrasia, su patrimonio, sus costumbres; que sea tan atractiva para visitar como para trabajar, que tenga un verde natural sin ideología, que deje de tener los barrios más pobres de España... Pero sobre todo, lo que los sevillanos le van a pedir al nuevo alcalde es que no vaya a tirar por tierra en cuatro años tantas expectativas como hizo la última vez que el PP gobernó Sevilla.
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