OPINIÓN
No hay vergüenza
La condición humana no sabe de la infinitud de su maldad genética, y la expresa de vez en cuando de manera cruel y salvaje
Siempre supone un gran pellizco el recuerdo de lo ocurrido en Alemania y otros países el pasado siglo. La segunda guerra mundial, supuso la pérdida del mínimo honor y respeto de la naturaleza humana. Vinieron luego otras más locales, igual de cruentas. La condición humana ... no sabe de la infinitud de su maldad genética, y la expresa de vez en cuando de manera cruel y salvaje. Estos sucesos nos confirman que seguimos siendo los animales más perversos existentes, aunque escudados en la taimada forma racional, con la que intentamos vestirnos. Ya W. Somerset Maughan hablaba por 1915 de las servidumbres de nuestra condición en franca esclavitud, explotación, sumisión, sometimiento, sujeción y yugo.
Aquellas filas bien escuadradas en la explanada polaca, como un ejército formado en batallones, todos sentados frente al paredón más infeliz y mortífero que hemos podido conocer en nuestra historia reciente, era la dura metáfora del no ser. Con las rayas del tren crematorio ejerciendo de eje simétrico, todo era un escenario que nunca debió generarse, ni siquiera para conmemorar la efeméride de su necesario final. Los poderes representados y las emocionadas intervenciones de las preclaras mentes de los supervivientes, con edades cercanas al siglo de mágica existencia, suponían más desconsuelo sobre el imposible olvido.
El espectáculo que pude contemplar desde el lejano televisor, retransmitía la «Celebración» de los 80 años de la Liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Anatoly Shapiro, primer oficial soviético en entrar en aquel hedor humano, supuso entonces un espíritu de congreso, donde dos mundos intentaban alcanzar un alma común, eliminando a un loco.
Eché mucho de menos allí, y hay que ver que no ha cambiado el mundo, los dos jefes que atestiguaran ahora, asumiéndola, aquella descomposición del género humano: los rusos y los judíos. Ninguno de ellos tubo la vergüenza de comparecer con los supervivientes. Quizás su propia y corrupta maldad actual se lo impidiera. Salud.
Ver comentarios