OPINIÓN
Valcárcel, de nuevo objetivo político
De una vez por todas hagamos su pronta rehabilitación y puesta al uso para la Universidad de Cádiz. Por favor, no nos maltraten más
La lánguida pancarta, deshilachada y debilitada por los ponientes y levantes caleteros ondeaba, apenas sujeta y sin fuerzas, en el balcón central. Su pérdida de presencia no era sino la significación de la inexorable marcha del tiempo, capaz de hacer olvidar las memorias más importantes. El edificio, debido a su enorme y contundente valor constructivo y arquitectónico seguía en pie, imponente, denunciando la dejadez, desilusión y la falta de impulso y consenso político. Salvar su vida para la docencia, la investigación, el Patrimonio Cultural de la ciudad y la devolución de la obligada herencia para los barrios colindantes, seguía siendo la esperanza de todos.
Hay asuntos que en esta ciudad toman carta de naturaleza imposible. Cuando no son los cambios de mandatos o los diferentes criterios en que las ideologías priorizan los deseos de la ciudad, lo son la inanimidad de los ciudadanos que pasamos de muchos temas. Numerosas cuestiones urbanas se convierten en muertos vivientes que jalonan la ciudad de ruinas, olvidos seculares y solares sin el menor producto económico. Esperan que, por casualidad, un buen día, caiga el rayo demoledor que quite el problema, o la causalidad de un mínimo acuerdo razonable que los salve, aumentando el desgaste y deterioro de nuestra denigrante percepción por propios y extraños.
El noble edificio de la Institución Valcarcel, como otros muchos de nuestra ciudad, se mantiene por que sus artífices lo hicieron duradero y bello. La querida piedra ostionera, los convierte en supervivientes por encima de terremotos, sunamis o terrorismos ideológicos. Pasó con el Olivillo, que esperó 30 años. Pasó con la Residencia de los Jesuitas, que también esperó lo suyo, Pasó con los cuarteles y murallas. Lo mismo que pasará con Náuticas, el Portillo, los columbarios, un solar de Aeronáuticas, o con los solares para la ciudad de la Justicia, o Radio Popular. Etc., Etc. Una larga lista de espera, que delata la inutilidad e inoperancia de todos los que vivimos estas tierras.
Los resultados de las elecciones se convierten de nuevo en protagonistas de las decisiones. Como hemos dicho otras veces, no es cuestión de la urgencia en la solución de los problemas, sino pasarlo todo por el tamiz del poder y la ideología. Es el partido que gana en cada institución, el que decide retomar o no los asuntos. Pura guerra fratricida. Seguimos confundiendo las soluciones con los chantajes políticos. No es posible entender como lo que se ha pactado no se cumpla, o se ponga en tela de juicio, porque los que manden ahora en esos sitios sean otros. Eso no es una justificación. Lo que se ha firmado debe ir a capilla, por no decir a misa, y todos deben ser lo suficientemente honestos para respetarlo.
Pero en este país nuestro que es Cádiz, los cambios de rumbo convierten todo en lastres históricos que no levantan la ciudad. Se almacenan en las baldas de la historia, deudas, que aumentan sus intereses con el paso del tiempo, haciendo los resultados cada día más caros y perentorios.
Valcarcel se arreglará para la Universidad, no tengo la menor duda. Aunque algunos sigan queriendo convertirlo en hotel fantasma, habiendo otros edificios en mejores zonas, o existiendo zonas mejores para hoteles en las cercanías. No es presentable que tomemos como rehén este noble ejemplo de dignidad ciudadana. No deberíamos convertirlo en objeto de coartada política para asegurar más poder. De una vez por todas hagamos su pronta rehabilitación y puesta al uso para la Universidad de Cádiz. Por favor, no nos maltraten más. Salud.