OPINIÓN
Trumpezar en la misma piedra
El mundo camina hacia sendas demagógicas soportadas por la gran frustración popular ante la ineficacia de soluciones democráticas que, a la larga se demuestran inútiles y engañosas
¿Qué pasó en estos últimos cuatro años en los EE. UU. de Norteamérica, para que otra vez el personal, yanqui y no yanqui, haya dado su confianza a un imputado magnate de la influencia y la insolencia? Los demócratas han perdido más de 10 ... millones de votos y ha ganado un republicano capitalista. Que contradicción de términos. No se ha debido hacer bien y el voto siempre castiga cambiando al líder. Ha podido influir las dudas de la sustituta a última hora, ya que los delfines deben estar antes. Deducimos que la debilidad o fortaleza de Biden y Harris, ha frustrado al pueblo por una enfermedad contagiosa que se llama: incumplimiento de promesas. Lo evidente es que, ante un esperado empate ha surgido una diferencia que no admite reclamación ni asaltos al Parlamento.
La caída de la «insolvente» izquierda comunista del XX, creó un gran cráter que fue ocupado inmediatamente por una billetera insaciable y por dinosaurios de la información. Un poder que no para de crecer dando posibilidades de vivir, a cambio de no asumir reclamaciones y ser exquisitamente obedientes a sus órdenes. Una respiración que se adueña de todo, ayudada por urdimbres informáticas que son las grandes inductoras de los votos. Un sistema que se alimenta de su capacidad de generar gastos, cobros y trueques, a cambio de ganancias que, siempre se acumulan en pocos bolsillos. Un espíritu ciertamente invasivo y consistente, con una enorme carga de realidad porque hace lo que dice: te compra, te vende y te hace preso. Un pacto social que nos engulle mutuamente, impidiendo el mejor contenido del pensamiento crítico, derivando hacia un mundo cada vez más incierto y vacuo. El antiguo: pan y circo.
El mundo camina hacia sendas demagógicas soportadas por la gran frustración popular ante la ineficacia de soluciones democráticas que, a la larga se demuestran inútiles y engañosas. Somos tantos, que solo va interesando tener un mínimo empleo para comer y cobijarse del humo. Hemos producido un claro vacío en la percepción de un futuro de mejoras solidas e igualitarias, que entiendan de estabilidades y no de zafios oportunismos que, por ahora, convencen.
Las alianzas mundiales se acumulan en los mismos contenidos. Las guerras y las crisis económicas se vinculan por intereses comunes, que solo ellos deciden. Lo demás son servidumbres y efectos colaterales por la demanda de los etéreos y siniestros mercados. Lo que me preocupa, si me permiten, es la enorme crisis de los sanos sentimientos ideológicos y culturales, que ya no interesa absolutamente a nadie. La información costosa y sesgada se inocula en los procesos vitales y nos raptan hacia viajes de no retorno. Igual, estamos equivocados y esos sistemas populistas son los mejores. Posiblemente sean los que deben mandar, más que nada porque no te engañan directamente, saben lo que hacen y logran tu apoyo porque no ponemos pegas.
Estos tiempos, con menos alma en mi opinión, deberían buscar algo de equilibrio en una mejor justicia. Las sociedades marchan estafadas hacia destinos donde los miedos mandan. No sé si es bueno o malo, pero a mí me preocupa por mis hijas y nietos. Hace cuatro años, los norteamericanos eligieron a un líder todopoderoso que se aprovechó del patio llevándose hasta los balones. Lo juzgaron y lo echaron de la pandilla, pero han vuelto más soberbios y vengativos a llevarse ahora, con sus peligrosos amigos, las rayas y las porterías, y se les aplaude de nuevo. Trumpezamos en las mismas piedras en muchos lugares, pero no debiéramos olvidar viejas historias. Salud.