OPINIÓN

Los trenes públicos

ádiz nunca fue afortunada en la facilidad de transportes a la inmediata península. Eso de estar al final del pasillo, te convierte en un juguete, como un hermano pequeño, incapaz de hacerse respetar

José María Esteban

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La estación se hacía enorme e interminable en una espera igual de desmesurada. Las caras de los transeúntes y posibles viajeros se mudaban de color y ceños fruncidos a cada llamada del, escasamente audible, altavoz del hangar. En cada información lo ponían peor. Fueron pasando ... interminables minutos de desesperación y tedioso giro del minutero en el gran y plano reloj ferroviario. El tránsito, por evocar algo que debería moverse, se preveía inseguro y aspirante al arcano de la suerte.

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