OPINIÓN
Tendencias en la arquitectura
La arquitectura, por ello se plantea más como un reto tecnológico y bioclimático que como arquitectura exclusivamente funcional y estética
El mundo de la arquitectura, como todos los del arte, se sitúa ahora en un ciclo que transcurre entre el eclecticismo de las nuevas tecnologías, lo bioclimático y creatividades que se alejan o acercan a las rutinas clásicas. La inspiración, se expresa con realismos hiperformales ... y/o abstracciones contextuales, que evidencian la dificultad de generar propuestas novedosas. En esta era de exclusiva utilización cibernética, junto al evidente cambio climático, se debate entre la utilidad dirigida y una absoluta sostenibilidad que obliga en todo.
Las nuevas tendencias arquitectónicas en parte, siguen las inercias formales del Movimiento Moderno, que ocupó severamente el siglo pasado y lo que va de este. Las remoza con materiales que permiten conquistas estructurales y texturas no acostumbradas. Discurren más hacia adaptaciones climáticas, que inéditas estéticas. Podríamos resumir los criterios de los arquitectos más punteros, en varios conceptos muy asiduamente utilizados: tecnologías vanguardistas aplicadas; modulaciones para optimizar resultados, control de calidad y costos; utilización de lo bioclimático como nuevo tótem; reutilizaciones de edificios anteriores con planteamientos espectaculares; utilización de las influencias culturales de cada lugar con formulaciones renovadoras funcionales e imágenes envolventes; algoritmos que dirigen los diseños paramétricos y biofílicos; y tres máximas que los ata como un ramillete de buena presentación: la sostenibilidad, la utilización de materiales reciclables y las energías renovables.
La arquitectura, por ello se plantea más como un reto tecnológico y bioclimático que como arquitectura exclusivamente funcional y estética. Los éxitos en los concursos son, además de un óptimo y controlado producto económico, -ya que ha habido demasiados fiascos en los presupuestos finales-, para conseguir productos que sean admitidos por sociedades ahora, más exigentes y sensibles. Todo se vende como autosuficiente energético, éxito inversor y con materiales que dejan de ser solo útiles y se convierten en 'ecoamigables'.
Ejemplos muchos. La Shanghái Tower de Ghensler, con 632 metros de altura, utiliza la lluvia y los vientos como energías y recursos propios. El Apple Park de California de Norman Foster, un gran neumático que dispone de la mayor capacidad captora de energía renovable en un edificio actual con sus paneles solares y la utilización de materiales reciclables. El Crystal en el Royal Victoria Dock de Londres, de la consultora Wilkinson Eyre Architectes, como un bello anuro de vidrio que solo sabe de electricidad, en los mismos términos de eficacias anteriores. La sede de operaciones Portuarias de la Policía Nacional en el puerto de Motril, de Fresneda y Zamora; la casa AE en Uruguay de Grimaldi Nacht arquitectos en San Ignacio, etc., etc.
Estos ejemplos entre otros, permiten combinar innovación, economía, funcionalidad y sostenibilidad en la arquitectura contemporánea. Mi pregunta es si los arquitectos, en vez de solo utilizar pura tecnología, también debiéramos utilizar el mágico y depurado saber de las arquitecturas vernáculas Ellas, han sabido cobijarnos y asumir la realidad climática y material sin tantos aspavientos ni discursos de fatuos protagonismos. La conducta podría ser: saber con humildad utilizando soluciones que mantengan el razonable equilibrio de lo sabido y lo por saber. Algunos arquitectos catalanes como Tudó o Aguiló, nos lo están haciendo saber en sus visitas al Colegio. Pero, demasiadas veces, no es oro todo lo que reluce. Salud.