OPINIÓN
Socorro, que viene la IA
Todo parecía llevarnos por derroteros de difícil y contradictorio desencuentro humano
Me resultó conocido. Pasó a mi lado y me miró con una débil sonrisa a la vez lejana y familiar. Me inquietó no recordar su nombre, ni donde situar su memoria. Nuestro disco duro con los años, tiene una imponente carga de datos y es ... incapaz de incluir nuevos registros. A media que caminaba hacia mi afán, seguía en mi retentiva ese saludo turbador y reconocido. No pude negarme a mi curiosidad, paré en seco y volví sobre mis pasos para encontrarme de nuevo con la persona que al cruzarse conmigo, me había dejado intranquilo.
Por la edad hemos pasado por muchas tecnologías. Noto y compruebo que esto va muy rápido y a la vez inseguro. Un ejemplo: los artilugios que nos ayudaron en la carrera para que no se cayeran los edificios que proyectamos y construimos. Nos dijeron como valorar y situar los pilares, vigas y forjados para el más estable cobijo. Aquella querida regla de cálculo manual de madera, circular o corredera; o la gran sabana de un Cross infinito (sistema iterativo a mano de operaciones en papel, para cerrar las cargas en los nudos); la primera y ridícula calculadora de juguete, con botones de colores; incluso las primeras tarjetas perforadas digeridas en varios días de trabajo pensante; la primera de HP con tarjetita, ya en el estudio, para discretas operaciones; hasta la imponente magnitud de los ordenadores actuales. Avances que se han ido sucediendo proporcionándonos comodidad y poca reflexión, porque ya no comprobamos sus resultados, creyéndonos todo lo que nos dicen las máquinas. Hoy, los actuales y complejos sistemas que resuelven en décimas de segundo, nos facilitan las acciones, pero a la vez son volubles y eso, siempre que no te equivoques al incluir los datos.
El mundo camina hacia un vertiginoso logro de aplicaciones que debieran hacernos más seguros. Un mundo de GPTs infinito que no piensa, sólo actúa. Por eso llamar Inteligencia Artificial a la inconsistencia racional de esos dispositivos, es por ahora, un engañoso eufemismo. Con ese nombre se nos cuelan sin prudencia sus servidumbres. Los vendedores de ágiles temporalidades, a la vez acompañadas de conflictos y caminos de no retorno, nos producen cierta inestabilidad. Es comentario común. La definición más reconocida de IA, es la convención para que los algoritmos informáticos que deciden los propios sistemas, actúen por si mismos en la búsqueda de una solución objetiva, sobre los datos que les facilitamos.
La IA debería ser una herramienta que prioritariamente nos permitiera agilizar y ayudar en la transición ecológica, la salud, el lenguaje, la industria, la gestión pública, la agricultura, los cálculos, la productividad laboral, etc., etc. La UE quiere ir con los grandes avances que se consiguen, China es la primera y EE UU los segundos. Algo muy necesario, pero que requiere verdadera y clara vigilancia. Una loca carrera sin compás de control, que nos hace menos presenciales y necesarios, como van logrado el internet y los móviles. A la vez que útiles, nos están convirtiendo en seres cada vez más vanos, a medida que los utilizamos. Aventuradamente, la IA servirá para hacer muchas cosas y algunas más que nunca deseábamos previamente, y nos ligará por veloces e inconscientes, a obligadas situaciones.
Cuando por fin pude encontrar a la persona que me saludó inquietándome, sólo logré reconocerme a mí mismo, con mi idéntico semblante en su preocupante mirada. Desde entonces tuve esa incómoda sensación: los demás también eran yo. Todo parecía llevarnos por derroteros de difícil y contradictorio desencuentro humano. Salud.