OPINIÓN
La fiebre del templo
Nunca trato de no colocarme en el papel del historiador. La lucha entre quien hace la historia y quien la cuenta ocupa un intenso debate, donde las áreas del conocimiento pugnan por mandar
Los relatos sobre las historias antiguas se basan, primero en las evidencias del esfuerzo arqueológico y luego en suposiciones más o menos aventuradas u oníricas. He sido testigo de muchos descubrimientos en mi profesión y de muchas suposiciones. Son hitos de un incierto camino para ... conocer nuestro pasado cultural. En estos tiempos de la media, muchos pugnan por ser los primeros en colocar su protagonismo, más o menos argumentado y ser referentes de mágicos hallazgos. Tiempos de lo noticiable, sin esfuerzo reflexivo.
Nunca trato de no colocarme en el papel del historiador. La lucha entre quien hace la historia y quien la cuenta ocupa un intenso debate, donde las áreas del conocimiento pugnan por mandar. Los historiadores no deben coger el lápiz de los arquitectos, ni decidir cómo debe ser el futuro de la ciudad. Ese futuro lo crean las profesiones que generan auténtico y real material construido. Ellos solo deben analizar, estudiar, pero no adivinar, como fueron esas sociedades, una vez pasado el tiempo. Los historiadores deben ser humildes y amplios, evitando fanatismos, sobre todo en el área publica, que hacen daño por la vehemencia de su visibilidad. Recientemente, por ejemplo, no ha quedado nada claro el encuentro de la Atlántida, si los arqueólogos apoyados por cineastas, o los geólogos en sus razonables ondas submarinas. Como este, decenas de peligrosos resbalones.
Hay ahora una apresurada y febril carrera por encontrar el enigmático centro religioso que, desde los fenicios o antes, acrecentado por el paso de púnicos, romanos, islámicos, etc., supondría el gran descubrimiento en este fantástico sur gaditano. Conocimos hace días la publicación de Carlos Bruquetas en la UCA: «En tierras de Hércules. Torregorda-Campososto-Sancti Petri: Una revisión del Patrimonio». El tema atrae mucho, pero hay que ser sensatos. Doctos y serios historiadores, como: Fierro Cubiella, Ramírez, Sáenz, Arévalo, Bernal, Ramos, Bueno, etc. estudian sobre el asunto. Opino como Bruquetas, que no se trata de dar a conocer una realidad que no existe sin evidencias materiales, sino indicar los caminos en los que hay que esforzarse para encontrar definitivamente ese yacimiento.
Según este sesudo autor, el penúltimo libro supongo, después de una completa documentación, sugiere cuatro o cinco líneas de investigación que hay que trabajar con exigencia científica. Es la única forma de averiguar, en consecuencia, donde se encuentra, el sugestivo Templo de Melkar-Hercules, disgregado seguro en el territorio, Solo tenemos limitados indicios sobre su forma y situación. Las conclusiones de los historiadores sobre este territorio y sus registros, para poder entender porque estamos aquí y la confluencia con las colonizaciones, no están confirmadas. Hay que trabajar concienzudamente y con más recursos, este importantísimo enclave.
No se han realizado en la zona, entre la Barrosa y el inicio de la flecha de la Punta del Boquerón, ningún estudio arqueológico, sondeo, cata geofísica, etc. que delate su situación. Necesitamos análisis concluyentes que nos permitan, como los próximos Reyes Magos, este regalo con mayor rigor. Mientras, podemos seguir jugando a Indi y a operación rescate. El límite inexacto entre San Fernando y Chiclana, impide una eficaz gestión, como pasa en la otra desembocadura en Puerto Real con el Real Carenero. Pero que les gusta a algunos estas atractivas especulaciones. Hoy ya día 3, solo desear que hayáis tenido una feliz entrada de Año a todos y la mejor Paz y Salud. Pedidlo todo, en familia, a las majestades en las que creáis.