OPINIÓN

La falta de referentes

Partir de buenos patrones e imitarlos, ha sido siempre un necesario aprendizaje para aportar las mejores ideas y obras en los aspectos más relevantes de una sociedad

Quizás fuera en la Italia renacentista del mil cuatrocientos y del mil quinientos, la que dio en el mundo entonces conocido y a la vez, mejores artífices por metro cuadrado. Se enumeran más de 5.000 talentosos personajes, entre arquitectos, pintores, escultores, ceramistas, políticos y ... humanistas, que llenaron una amplia nómina de magníficos referentes. Algunos incluso dominando varios aspectos virtuosos, como Miguel Ángel o Leonardo da Vinci, etc., destacaron como modelos en aquella época y posteriores.

Decía Cervantes: «De altos espíritus es aspirar a las cosas altas». Partir de buenos patrones e imitarlos, ha sido siempre un necesario aprendizaje para aportar las mejores ideas y obras en los aspectos más relevantes de una sociedad. Cuando no lo son, aunque lo quieran parecer, su falta de respeto con los demás y consigo mismo los anula. Los buenos resultados de las épocas, generan futuro y un sólido espíritu identitario para hacerlas avanzar.

Así, cuando un tipo de líder llega arriba con falsos criterios y engaños, nunca formará parte de la historia, y si lo hace, será por sus nefastas huellas. Sus fatuos personalismos de sibilinas maneras nos llevan a sitios de injustos retrocesos y descalabros. A veces utilizan el cruento lenguaje de la guerra y la irrecuperable pérdida de vidas, que serán sus propias tumbas. Esto ocurre ocasionalmente y por azar en diferentes etapas de la historia. Las sufrimos temporalmente. Cuesta cada vez más, encontrar quienes persigan principios morales que nos hagan progresar, y no dejar inestabilidad en los interesados tiempos que les toca decidir.

No estamos teniendo suerte con los últimos 'talentosos dirigentes' para optimizar las complejas sociedades que vivimos. Ni en oriente ni en occidente. Una ola llena de desacuerdos y falta de entendimiento, nos va sumiendo en nuevos agujeros. Brotan cada día, incluso democráticamente votados, impresentables y corruptos que empeoran los complejos aspectos de las relaciones y justicia real de nuestros mundos. Hemos pasado muchos tiempos de malas consecuencias. Debieran haber servido para concienciarnos y no repetir desventuras que no van a ningún lado, como los sucesivos desastres de los últimos siglos, contra una sociedad más justa y razonable. Podrían, no solo en nuestra raída piel de toro, sino en otras fronteras, habernos tutorizado mejor. Emergen nefastos seres necesitados de superioridad simulada en sus bajos complejos populacheros, para dejar una fatal herencia. Los sustentan la enorme falta de ilusión y poca verdad.

En nuestros ámbitos, los criterios ideológicos se han convertido en simple juegos de naipes ganadores y nadie apuesta por otra realidad preferible que no sea la suya. Los desdibujados idearios ya muy gastados y lamidos, solo buscan destacar para colocarse como ganadores. Peligrosos mapas de divisiones por cada extremo, que nos están llevando a tristes y lamentables paisajes. Parajes sombríos y populistas, donde no es posible elegir buenos líderes, si no es solo para eliminar anteriores y propios. Falta una enorme calidad ética y principios de sociabilidad.

Maquiavelo se pronunciaba diciendo: «Todos ven lo que tu aparentas, pocos lo que tú eres». Por eso hace tiempo que necesitamos encontrar buenos referentes, que no busquen su egoísmo, división y enfrentamiento, sino que trabajen agregados por el común. La sequía no es solo medioambiental, sino mucho peor, la falta de personas con verdadera implicación, que eviten el pasotismo general. Así más solidariamente, podríamos solucionar nuestras auténticas necesidades. Salud.

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