OPINIÓN

La era de las mujeres

Nadie nos previno sobre la patente separación educacional, y no nos dábamos cuenta de ello

Era tan infantil que todo lo que hacíamos, bajo la sabia dirección de la madre, era lo procedente. Nunca se ponía en duda. En aquellos primeros años, en nuestro caso hace más de sesenta, la crianza era el motivo de la vida. Argumentada en sólidas ... y recias costumbres heredadas con la inercia de «lo de siempre», estaba sujeta a los ritmos marcados por los tiempos. No fuimos conscientes que los modos en los que habitábamos, estaban regidos por cadencias nada razonables e inasumibles. La vida en el pueblo para cualquier familia, solía ser así. Los niños éramos niños y las niñas eran niñas. No éramos iguales. Nadie nos previno sobre la patente separación educacional, y no nos dábamos cuenta de ello.

Imposible comprender por qué tus hermanas te limpiaban los zapatos, planchaban, cocinaban, o iban a la plaza, mientras tú jugabas irreflexivamente y no se te exigía ninguna atención a lo común. No estaban en los varones las preguntas de por qué los hermanos podíamos seguir estudiando lo que deseábamos, y ellas se quedaban en casa asistiendo a las tareas domésticas y familiares. Esa alineación que nos inculcaba el adoctrinamiento heredado mandaba, y nos hizo absolutamente ausentes de la corresponsabilidad. Cambiar los ritmos suponía un esfuerzo que era necesario realizar para eliminar el intrincado machismo. Con el tiempo y la llegada de los respetos, no inoculados previamente en la educación familiar, fuimos poco a poco conscientes que aquellas líneas aprendidas, eran inestables y claramente incorrectas entre los géneros.

Escribo esto hoy, ya que el pasado miércoles hubiera sido oportuno hablar del día de la mujer. No creo en los días de… Solo son justificaciones para el consumismo o para el lavado de alguna mala conciencia. Es verdad que la realidad, gracias a la igualdad de derechos, aunque está costando mucho, se va equilibrando legal y mentalmente. Esperemos que la política no contamine mucho el tránsito. Eso del día de la mujer, podría ser una cierta contradicción. La simpleza de hacerlo patente anualmente o sobreactuar en ese exigente concepto, es arriesgado. Soportada la igualdad en derechos adquiridos, es un largo camino hasta su total asunción. La mejor cultura social necesita tiempos no presumibles a priori. Está bien que se recuerde, ya que queda aún mucho por recorrer, pero el día de la mujer, deben ser naturalmente todos los días del año.

Uno, al que le ha tocado la racional recuperación en estas últimas decenas de años, debe luchar por las necesarias conquistas para la equivalencia de valores. Se ha acelerado, por fin, el rescate de todos los derechos que les hicimos perder los hombres en los últimos siglos. No digamos el respeto. El ancestral matriarcado dejó de serlo por la estabilidad de los asentamientos y permitir que sólo el hombre buscara el alimento. Alegrémonos de ser actores presenciales en esta metamorfosis. Trabajemos para ello en la seguridad de lograr la paridad de obligaciones y derechos. Es el lógico progreso de esta compleja e inestable humanidad.

Reconozco que nuestro machismo, procedió en parte de la forma inconsciente transmitida por nuestras madres, por impotencia ante la fuerza de las costumbres y la indolencia pueblerina, que todo lo admitía y ocultaba. Debemos pedir disculpas, y dar paso a esta nueva y esplendida Era de la Mujer. Aunque nos cueste íntimamente cambiar la consciencia del ser y estar, debemos sentimos orgullosos de alcanzar esta equiparación total y evitar siempre, que los sicópatas irracionales sigan haciendo el irreparable daño que hacen, por no admitirlo. Salud y respeto.

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