OPINIÓN
Qué hacer después de despedir y limpiar
Los protocolos deben pasar por un mejor entendimiento entre la incapacidad de los líderes y el saber de los técnicos, distribuyendo claramente las responsabilidades, e impidiendo oportunismos, que han facilitado tantas perdidas de vida.
El tiempo, con sus inexorables pasos, lentos, severos y prontos a sucederse, nos va diciendo como ordenarnos. Los contundentes sucesos que deben dirigir nuestras prioridades son contestados, en la medida que nuestra racionalidad y sensación de supervivencia se sobreponen a otros entendimientos. Hacer de la ... seguridad un horizonte estable, no es ni más ni menos que apreciar el posible espíritu superior que nos ayuda a continuar en este lugar. No hay nada más importante que superar las duras pruebas, para seguir permaneciendo y existir.
Muchas de las sanas opiniones y obtusas distorsiones que se han producido por los crueles desastres vitales y fuertes daños de las gotas frías, son consecuencia insolvente de un fenómeno que, esta vez, fue muy contundente y calamitoso. Situado puntualmente en un sitio y con una carga de exterminio que nunca se podría prever, no permite la reflexión racional. Debemos partir de la idea que ya dijimos, porque esto va a suceder de nuevo. Cabe pensar que no serán ni iguales ni parecidos, pero regresará en tiempos y cuantías cada vez más fuertes, que no podremos prever ni controlar.
En mi opinión lo primero, después de despedir a los idos y limpiar, es reconocer como nos situarnos en el territorio, aprendiendo de sus historias y sucesos con técnicas que atenúen sus efectos y futuros riesgos. Hoy por hoy no es posible el traslado de los pueblos dañados a lugares más seguros. Seguirán mal colocados y urbanizados, porque su cambio lo impide la cuantía económica y el arraigo social. Hay que evitar cuando vengan las mil lluvias, que no acudan tan gruesas por esos cauces. Hacer obras de infraestructuras generosas que retengan y distribuyan sus envites río arriba, es lo que queda. Impunemente no se hicieron en un sitio que ha sido siempre una dura y ancestral rambla.
Los protocolos deben pasar por un mejor entendimiento entre la incapacidad de los líderes y el saber de los técnicos, distribuyendo claramente las responsabilidades, e impidiendo oportunismos, que han facilitado tantas perdidas de vida. Esas guías ya estaban, pero han sido conculcadas y aprovechadas para safios protagonismos sin escrúpulos. Debemos exigir mayor honestidad y seriedad en quienes nos dirigen, dejando pasar al que sabe. Es lastimoso comprobar cómo tampoco se han limpiado los cauces, competencias directas de las Confederaciones. No lo hacen en ningún lado.
Debemos dañar menos al planeta, con o sin agenda 2030. Lo ocurrido en la reciente cumbre del clima COP29 en Azerbaiyán, con casi nadie, aleja la mínima esperanza de mejora y eliminación de CO2. Limitando el uso de los combustibles fósiles. Prometen la cuarta parte de un dinero, que no llegará nunca. Ha sido un mercado para vender mecheros y gasolina. Dudamos de vivir un mundo racional y mejor, donde el respeto a la mayoría sería posible si cediéramos parte de nuestro tesoro. No se trata de un cambio climático, es claramente el clima que ya tenemos, y debemos ser consecuentes con él. Si queremos que Cataluña, Valencia, Murcia, o Andalucía, sigan adorando su mediterraneidad, creadora de vidas, culturas y sociedades divinas y humanas, habrá que convivir con sus espasmos acuáticos y molestos. Se nos van las suaves playas del Mare Nostrum.
Hay que cambiar los esquemas, evitando calentar más el ambiente y sus aguas. Cuando decimos el ambiente nos referimos al temperamento antinatural de los que luchan por ser cada día más estúpidos y dañinos. Entendiendo lo que pasa en la tierra, no cabría un mínimo personalismo de poder. Salud.