Opinión
La despoblación de Cádiz
El impulso de las ciudades está en su poder civil y en la obligada involucración de quienes las deben hacer productiva e importante
El ciudadano no estaba seguro. Lo único que resonaba en su gaditana cabeza era tratar de seguir junto a los suyos, su memoria, sus tradiciones y momentos de raíces compartidas. El ciudadano, temía que su obligada huida le llevara a otros lugares, que, aunque en ... principio más cómodos económicamente, lo separaran para siempre de su geografía natal y familiar. Las dudas se agolpaban en su conciencia, en una lucha imposible que le impedía valorar lo mejor. No había opción, era imposible seguir compartiendo el sitio de los padres, además, la situación de inestabilidad en el empleo lo desataba razonablemente del Cádiz de su alma.
Muchas han sido las reflexiones de la pérdida de población en Cádiz. Solo basadas en la falta de suelo, empleo y vivienda. No voy a desmontar este consabido remordimiento que se aferra a las historias de este territorio. A mí me gustaría avanzar en otros criterios que hacen que esta tierra y algunas de las cercanas, no sean capaces de mejorar en continuidad, como lo han hecho otras. en esta calurosa piel de toro.
Entender una ciudad y el comportamiento de sus moradores y principales actores urbanos, no es solo por coyunturas temporales que no pueden cambiar la territorialidad tan escasa, ni la falta de inversiones, tan evidente y fugaz siempre.
Mis reflexiones irían, no solo hacia la evidencia de suelo finito, cara morada y un casi inexistente empleo. Se orientan en conocer qué circunstancias y motivos han llevado a esta ciudad a ser casi la última del pasillo en Andalucía, España y Europa, sin que se atisbe un futuro mejor. Lo de la despoblación, para mí, por ahora, es solo una cifra y ni mucho menos la causante de cierta decadencia general.
¿Por qué esta ciudad, no ha sabido aprender de su propia historia? Un devenir lleno de oportunidades y esfuerzos, que la hicieron la más importante del mundo en el siglo XVIII, hoy desmoronándose ampliamente.
Evidentemente este espacio es reducido para entrar en grandes pensamientos, pero uno de los motivos, que entiendo faculta esta consecuencia, es la desidia de quien la vive. Existe aquí una cierta complacencia. Es como las familias que heredan un gran patrimonio, pero son incapaces en segundas generaciones de esforzarse por mantenerlo y acrecentarlo. Son herencias para el olvido. Es necesario estudiar una conciencia y cultura urbana, que sea conocedora de sus auténticos defectos y virtudes. Su desertización, no es debido solo a las políticas, a las que se les echa la culpa de todo, pero que son menos importantes en el continuo histórico de la ciudad. Diferentes políticas de distintos signos han gobernado la ciudad, y los resultados no han sido exitosos en números reales.
El impulso de las ciudades está en su poder civil y en la obligada involucración de quienes las deben hacer productiva e importante. En Cádiz, desde hace mucho tiempo, no hemos sido capaces de enamorar a los que propician una riqueza compartida, ni la llegada de inversores que ayuden a magnificarla, Casi siempre la hicieron los de afuera. Nos toca olvidar las rutinas que nos han hecho ajenos a los problemas reales y generar un esfuerzo compartido, no de libreto, que dé frutos auténticos.
Eso solo se consigue con ser, no solo de Cádiz, sino más amplios y trabajar lisa y llanamente de la mejor forma y con la mayor responsabilidad, para conseguir la gran ciudad que nos merecemos. Todo ello, sin querer hablar de la nueva escala metropolitana, que equilibra sus moradores, muy lentamente, pero sin pausa.
Cuidaros y cuidémosla.