OPINIÓN

La Cartuja de Jerez

La Cartuja de Santa María de la Defensión, es un excelso Monasterio creado e impulsado por D. Álvaro de Oberto y Valeto Vargas, cuenta con una amplia y larga historia desde del siglo XV

Los verdes claros y terrosos sepias en los atardeceres de la campiña jerezana, junto a las curvas de un inquieto, domeñado y poco caudaloso río del olvido, tienen un aroma dulce y diferente. Hasta los sonidos de los grandes árboles por la suave brisa marina ... o el recio levante, discriminan los oídos hacia otras atenciones lejos de las arboledas perdidas. Todo el paisaje que circunda el cenobio lo acompaña como creado para ese destino. Nacido desde el horizonte natural de aquellas lomas para su reposo, el mágico lugar fue exquisitamente elegido fuera de presiones urbanas y transitados caminos, Un necesario y calmado silencio que la orden requiere para cobijar su voluntario y retirado monje consigo mismo para encontrar a Dios.

Vinimos a Cádiz a mitad de los ochenta, como arquitecto para la Delegación de Cultura. Conocí el sitio por una tormenta de fin de año que, con la caída de un fortísimo rayo celestial, se llevó por delante la elegante espadaña del Monasterio de la Cartuja de Jerez. La Cartuja de Santa María de la Defensión, es un excelso Monasterio creado e impulsado por D. Álvaro de Oberto y Valeto Vargas, cuenta con una amplia y larga historia desde del siglo XV. Se situó allí, en un remanso cercano al de la Batalla del Salado, de ahí su nombre. Hablamos del más soberbio y rico edificio religioso que tenemos en la provincia. Andres de Ribera, Pedro del Piñar, Gálvez, etc. generaron sus bellas formas arquitectónicas, y fue engalanado con obras de Zurbarán, Saavedra, magníficos artistas y los propios cartujos, que también cultivaban las artes suntuarias.

El carácter restrictivo a las visitas, antes con los Padres y hasta ahora por las Madres de Belen, lo han mantenido oculto incluso a los amantes del Patrimonio. Son las reglas. En él, con Vicente Masaveu, restauramos la dañada espadaña, los enormes claustros, las celdas y muchos otros magníficos espacios. Concitamos una entrañable amistad con el último Prior D. Pedro Moreno de la Cova y los dignos padres. Guardamos un particular cariño por sus moradores, además de la veneración por sus formas.

No se puede encontrar auras más naturales y etéreas que la del Cartujo que vela sus soledades en un prudente y callado caminar consigo mismo. Una vestimenta nada parecida a los tipos de estos días. Un voluntario retiro en una orden como la de San Bruno, sin comparación con las demás. Especiales sus ritos, sus reglas, sus legos, hermanos y padres, etc. Un mundo de mudas luces y sombras, en una silenciosa ciudad, que repite el esquema celestial en la tierra y los recoge en oración hasta el final de sus vidas.

Conocida la ida de la orden cartujana femenina, se nos hiela el alma por el peligro de quedar desasistido. Es un edificio enorme, necesitado de cuidado y control frente a terceros, la dañina climatología y el movido suelo. Nos asedia la inquietud de un nuevo periodo de deterioro, que aliente un dañino desamparo, como otras veces. El Obispado, Ayuntamiento, Junta y Ministerio dicen que van a hacer algo, pero dudo de su verdadera y eficaz atención.

Quizás la apertura cultural al público deseoso de conocerlo, como un activo museo para visitas y acciones respetuosas, con una sociedad civil que ayude a la eclesiástica, consiga generar un nuevo relato amistoso y atento con el Monasterio. Otras veces, cuando los monjes dijeron que se iban, junto a cercanos amigos de la Cartuja alargamos su estancia, hasta que la presión urbana y política los echó en 2002. Esperemos que Dios y San Bruno vengan a socorrer de nuevo su casa. Salud.

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