OPINIÓN
Una arquitectura cuidadosa
El premio Pritzker elige al profesional que mejor representa los valores y las nuevas tendencias en Arquitectura
Elegir cada año al mejor arquitecto/a, es un difícil equilibrio al estar el jurado constituido por muchas tendencias. El premio Pritzker elige al profesional que mejor representa los valores y las nuevas tendencias en Arquitectura. Creado por los esposos Cindy y Jay Pritzker, grandes ... magnates de Chicago dueños de la cadena Hyatt, delataba su sensibilidad al habitar rascacielos de Sullyvan, Lloyd Wright, o Van der Rohe. Una generación de absolutas sensibilidades económicas, igual que quien manda ahora. Este año lo ha ganado el arquitecto chino Liu Jiakun, nacido en 1956 en Chengdu.
El jurado, según los criterios del premio, debe «honrar a un arquitecto vivo que demuestre talento, visión y compromiso, contribuyendo con obras significativas a la Humanidad». Algo que debiera aplicarse a cualquier manifestación en estas épocas de grandes cambios. La obra de Liu Jiakun, -les animo a verla en internet-, siempre ha sido cuidadosa al incorporar la comprensión del lugar, la cultura y la materialidad. Se une al Parnaso con muchos colegas de la lista: Moneo, Foster, Ando, Hadid, Niemeyer, etc.. En este caso representa la gran contradicción de su patria, presa de un furtivo y potente capitalismo comunista, en la que Jiukun trata de interpretar otras músicas mas sociales. China, no se les olvide, es quien cataliza esta locura de cambios comerciales y políticos que nos invade, difíciles de asumir por su contundencia.
Los que creemos que no todo es economía, sin falsos lavados de conciencias, entre la interesante producción de Jiukun, me quedaría con el Memorial de Hu Huishan en Chengdu, un testimonio no monumental, sino de clara reflexión humana. En la voz de Liu: »es una pieza de carácter íntimo, erigida como testimonio de dolor y resiliencia». Está generada con los objetos personales salvados de una niña devorada por el terremoto de 2008. Quizás entre tanta contienda bélica y comercial, nos queda esa esperanza de saber que siempre saldremos de estos salvajes sunamis, aunque solo sea por los recuerdos. Salud