Abuelos y nietos
La vida de cada uno, igual a la de todos, es un cúmulo de sentidas ocasiones propias o compartidas, conducida por el mejor o peor de los destinos
Todo ocurre a medida que se va experimentando. Esta trivialidad, cobra más fuerza cuando los acontecimientos esperados son confirmados en los momentos exactos que pueden suceder. Debemos mantener, no solo la esperanza de que tengan feliz desenlace, sino la mejor alerta para que su disfrute ... sea íntegro en esos instantes. La vida es un caminar lento, nutrido de emociones y sucesos hacia un final inexorable, nunca bien asumido. Llena de alegrías que persistirán y algunos malos ratos que cuanto antes deben olvidarse. Placenteros minutos en el concepto discontinuo de la felicidad, que se fijarán para siempre en las cosquillas de nuestro ser.
Los tiempos tratan con diferentes maneras a las edades. La valoración de tener muchos años se confunde con los pocos que quedan por cumplir, cuando debe ser lo contrario. Cada época tiene su afán y hay hechos que no pueden ocurrir sino en su tiempo y espacio exactos. La vida de cada uno, igual a la de todos, es un cúmulo de sentidas ocasiones propias o compartidas, conducida por el mejor o peor de los destinos.
Uno de esos puntos mágicos que luego se extienden hasta que nos vamos, es la sensación de verse prolongados por nuestra progenie. Sí, la familia es el hecho biológico que marca nuestra evolución natural. No en términos absolutos, ya que cada uno elige su transcendencia por este mundo. Tener hijos es, aunque cada vez más controladamente, una experiencia que nos da contenido vital y nos hace sentirnos personas de verdad, no paseantes mudos de la existencia. La sucesión biológica nos prolonga sobre el temporal existir de cada uno. Verse prolongado genéticamente nos da verdaderas fuerzas para vivir.
Las palabras abuelo y nieto, son términos de nuestra cultura semita, latina y árabe. Fonemas sucesivos adaptados a cada entendimiento lingüístico, que se traducen y se hacen entendibles por pura naturaleza humana. Abuelo, viene de 'avus' o 'aviolus', proveniente de la palabra 'abba', padre en hebreo, y que luego cambia semánticamente definiendo al padre del padre. Para los sajones es incluso «padre grande» (grandfather). Los abuelos son la red salvadora de la progenie. Nieto, viene del latín 'neptis', a su vez de anteriores raíces indoeuropeas que definen al descendiente último. Es como nacido después, una evidente etimología temporal.
Finalmente debo identificarme en el contexto de este artículo, al haber disfrutado en estos días del nacimiento de nuestro descendiente directo en segunda línea, o sea nuestro primer nieto: Luis. Entiendo que las personalizaciones hacen que los artículos cobren también una dimensión sensitiva, compartiendo alegrías con todos los que los lean. Al fin y al cabo, solo sabemos escribir sobre nosotros mismos. Así dulcificamos la seca explicación cultural, que no deja de ser un comentario pedagógico más o menos acertado.
La emoción que hemos sentido junto a nuestra hija, su padre y toda la familia, que como mandan los clanes mediterráneos, hemos ido en pleno a recibirlo en la otra casa alemana, es como pueden entender y lo habrán sentido en propias casas, una experiencia de inmensa felicidad. Una nueva, pequeñita y preciosísima criatura para este cambiante mundo, que además de ser la más bonita, –qué quieren que les diga–, es el renacer de nuevas ilusiones. Motivos y sensaciones, como hemos dicho antes, que te llevan a seguir insistiendo en lo mejor de la vida, que no es ni más ni menos que seguir disfrutándola, con respeto, juntos.
Bienvenido querido Luis y mucha salud para ti y para todos.