Opinión
Mosquera, Mosquera...
Nadie imaginaría que acabaría con esta voz de ahora, de ultra-tumba, claro está heredada de su padre Carlos
Charlando sobre él, con amigos, siempre digo que le conocí cuando tenía la voz de pito. Oído desde lejos, sonaba su timbre de segunda entre aquellos niños infantiles en Fantasía de Walt Disney, del viejo Enrique. El larguirucho espigado, cantando aquello de «Yo te quiero, ... Cádiz mío» en su primera copla. Nadie imaginaría que acabaría con esta voz de ahora, de ultra-tumba, claro está heredada de su padre Carlos. Y más adelante le vi, ahí detrás con su segunda en Braceros de pueblo, Suspiros, Con Gancho... Un día coincidimos. Y luego muchas veces más. Y se hizo director de comparsas. No le hicieron ni nombraron, se hizo. Algo que viene solo, desde los demás. Si una virtud tiene en esa tarea, es el respeto que siempre guardó a las ideas de sus autores, sin cambiar un pelo por su cuenta ni actuar como versionista. Dirigiendo algo que yo hiciera, si yo no estaba es como si estuviese. Dirigir no es afinar ni saber deducir las voces en una melodía. Eso lo hace cualquiera con un pelín de oído. Es algo más. Tener esa visión especial de todo. Como en el cine, quien dirige trae nociones de fotografía, luz, interpretación, traslada entonces eso mismo a sus comparsas. El tío sabe tela. Nos hemos tomado algunas cervecitas, charlado de mil cosas. Incluso una vez nos peleamos. Pero cuando nadie es más que nadie, entonces es sencillito «despelearse». El Martes me emocioné mucho viéndole encarnar al Dios Momo. Y se me inundaron los ojos. Hasta en ese guion, tan crudo en algunas líneas, supo mantener el tipo y tirar «pa´lante». Supongo que estará muy feliz, con su familia, su gente y sus amigos. El niño de la voz de pito, que nunca paró desde entonces y nunca parará. No me lo imagino sin estar. De todo lo que me dijo me quedo con una frase suya al verme cabreado con alguien o con algo, buscando yo una respuesta o consejo «Tú no te meta en ná, picha mía». Es la más relajante. Mosquera pertenece al Cretácico dulce-carnavalesco. Un superviviente de lo que esto fue y es. Cuídenlo. Eah.