Opinión
¿Quién guarda al guarda?
Fue por su creencia que da pie a pensar que los nombres mandan y determinan el favor de un público o un jurado en el COAC
Hace algunos años, haciendo una comparsa a medias con un amigo, alguien del grupo, apoyado por alguno más, me dijo «José Luis, creo que la comparsa debería ir firmada sólo por ti, que eres el conocido. Éste (por mi amigo) no tiene nombre».
Lo dijo ... incluso delante de él (de mi amigo) y con toda su desfachatez. Sentí hasta vergüenza. Por supuesto me negué en redondo, muy a su pesar. Fue por su creencia que da pie a pensar que los nombres mandan y determinan el favor de un público o un jurado en el COAC. Y hasta condicionan resultados.
¿Qué pensaría yo ahora si aquel que entonces me dijo aquello pudiera, en un futuro, ser un jurado que valorase a mí y mi amigo de entonces, yendo juntos de nuevo en un concurso? ¿Dejaría al lado aquel prejuicio? ¿O de aquel otro que, en una charla sobre la igual calidad en comparsas de hombres y mujeres me rebatió «Luis, vamos a ser serios»?
¿O el que en su WhatsApp insinuó la desvergüenza de una mujer por enseñar actuando y accidentalmente parte del sujetador, mientras otros hoy se atrincan el paquete hasta con ostentación, resultando la gracia más gaditana? ¿Sería reprochable su presencia como juez mañana? Y tantos y tantos casos tan parecidos de aprensión que se derraman en charlas o en público, a diario.
Aquí y ahora todos se juegan mucho, su entrega y sus ilusiones. Unos chavales se arriesgan en su chirigota por llevar la marca de un vino, mientras la droga campa a sus anchas en repertorios de muchos y sobre las tablas, como un colegueo normalizado y sin advertir que hay niños y chavales muy jóvenes siguiendo esto.
Ojalá les pase desapercibido el mal ejemplo de todos y la banalización de algo que, siendo crudo y destroza vidas y familias, resulta año tras año el chiste exitoso en tantas coplas. Mi hermano murió por eso. A más de uno habría que hacerle un psicotécnico para ver hasta qué punto sirve ante la imparcialidad y la seriedad. Su escala de prejuicios o tabúes. Y su compromiso. Para un futuro, claro está. Hoy es un pelín tarde.