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la suerte contraria

Un recuerdo para Antonio Gala

Ver a Gala hablando con Quintero es una obra de arte en sí misma

José F. Peláez

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Quién iba a pensar que a Quintero le sobreviviría Gala. Desde luego, yo no. Gala siempre fue ese niño enclenque, débil e ingrávido que parecía que iba a ponerse a flotar en cualquier momento. Y Quintero, el loco oscuro y fuerte anclado con un lastre ... a la noche, que, como la tierra, es de quien la trabaja. Y él la ha trabajado tanto que, por fin, la tiene en propiedad. No así Antonio, cuyo recuerdo no se me va de la cabeza en los últimos meses. Estoy releyendo sus poemas, repasando sus libros y devorando sus entrevistas como un niño que acabara de descubrir de golpe la belleza y quisiera atraparla para que no se le escape. Y, de paso, para ver si se me pega algo, que falta le hace a este mundo cutrón y baboso que nos está quedando.

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