AL FILITO
¿Volver?
Me he permitido dedicar mi columna de hoy a la doctora Esparragosa
Algunos de ustedes, los más informados, conocerán a doña Inés Esparragosa Vázquez. Es posible que la mayoría lo hiciera cuando este periódico anunció quienes serían los galardonados para los Premios LA VOZ 2024 y, a raíz de la noticia, indagaran en la figura de los ... nominados y descubrieran quién era esa joven doctora de San Fernando; como también lo es que no supieran nada de su persona hasta el momento en que el periodista Chapu Apaolaza, en la gala celebrada el pasado viernes en el Hotel Atlántico, mentara su nombre y enunciara sus méritos. Y como me temo que al día de hoy, ya pasada la resaca de los festejos, los medios de comunicación habrán vuelto a dar más cobertura a personajes de contrastada mediocridad e ineficacia, en lugar de destacar a personas que sirven a la sociedad, me he permitido dedicar mi columna de hoy a la doctora Esparragosa.
Esta gaditana es la coordinadora del Grupo de Estudio de Neuro-oncología de la Sociedad Española de Neurología, que se dedica al estudio y tratamiento de los tumores del sistema nervioso central y de las complicaciones neurológicas de pacientes con cáncer. Nada comparable a un vice-delegado sectorial de simplificación administrativa, como pueden ver.
La doctora Esparragosa aprovechó bien la ocasión que se le brindó. En un breve discurso, alejado del autobombo y la épica que suelen caracterizar los de esta naturaleza, la neuro-oncóloga clamó por la imperiosa necesidad de que la Administración invirtiera dinero en investigación y dejó caer que su residencia en Lyon (como la de tantos que se encuentran en situaciones parejas) se debía a que en Francia duplica a España en concesión de becas para investigadores, tanto en número como en cantidad. Y ante la manida pregunta sobre «volver a su tierra» que se le hace a todo el que, de una manera u otra, sufre la expatriación, la cañaílla fue muy clara: ¿Se le reconocerán sus publicaciones? ¿Se le permitirá desarrollar su carrera dotándola de presupuesto adecuado? ¿Se le seguirá pagando por estudiar y aplicar el fruto de ese estudio a la búsqueda de la curación del cáncer?
Ante ella se encontraban decenas de cargos de distinta relevancia. Consejeros, directores de agencias regionales, presidentes de consorcios, delegados de organismos y, en definitiva, gerentes de chiringuitos de todo pelaje. Servidor de ustedes estaba sentado en la última fila, la que corresponde, pero hubiera dado lo que no tengo para repasar, en ese momento, los rostros de la tropa que ocupaba los asientos «de relevancia» y comprobar si el rictus de debía al frío azote del viento de poniente, a las palabras de la galardonada o al efecto de la descomposición del cemento armado tras trienios de moqueta cobertora.
Desgraciadamente para mi -y afortunadamente para el esplendor del acto- justo en ese momento de elucubración llegó el Excelentísimo Presidente de la Junta de Andalucía. Se supo porque le precedían, como cangrejeros, una multitud de fotógrafos, cámaras y flashes que de inmediato hizo desviar la atención hacia lo que sucedía en mitad del discurso de la premiada, lo que ayudó a desinflar la indigesta orfandad que alguno podría sentir ante la incomodidad del cuestionamiento. Alivio que fue ya inmediato cuando la nutrida cohorte de escoltas, asesores, portabolsos y reidores que rodeaba al líder se hizo notar en su entrada.
Desconozco qué pasaría por la cabeza de la neuróloga en ese momento. Por la mía, más simple y básica, lo evidente: ¿cuántas becas podrían pagarse a investigadores del cáncer (por ejemplo) con un solo sueldo destinado a tanta carga pública?
En fin, quedémonos con lo bueno: estoy completamente seguro que nuestros representantes públicos han tomado buena nota del discurso de doña Inés y se encuentran, ya, centrados en buscar fórmulas que ayuden a mejorar la vida del contribuyente. Gracias.