Se me va...

Nadie (es posible que ni siquiera él mismo) esperaba que este hombre cumpliera su palabra

… y yo no puedo ya luchar por retenerlo, este amor que en realidad se ha ido muriendo y por eso de mis manos se me va».

No, no me he vuelto «mahareta». La reseña de 'Siempre Así' se ha volcado al papel de forma ... automática cuando, otra vez, he tenido que aparcar mis apuntes y mis intenciones a la hora de redactar este artículo por mor de la actualidad vigente y, otra vez, el culpable del giro ha sido mi queridísimo alcalde. Aunque esta vez el protagonismo no es artificioso.

Normalmente, durante estos últimos tres años, el susodicho se empeñaba, impasible el ademán, en estar presente en mi afán, aunque yo quisiera emplearme en otros menesteres. Mi cuaderno de notas se atiborraba semanalmente de comentarios sobre temas a tratar que yo creía trascendentales y todo el esfuerzo de estar pendiente de lo importante se venía abajo gracias a la última ocurrencia de nuestro regidor provisional. Si no era un cambio de nombre era un cambio de bandera; si no era una baja laboral era una metedura de pata; y si no era un desacierto era un bochorno.

Y así ha ido su mandato, de ridículo en ridículo hasta la victoria final. Porque el tipo, al final, ha ganado.

Nadie (es posible que ni siquiera él mismo) esperaba que este hombre cumpliera su palabra. Razones podrán exponerse miles, tanto en favor como en contra. Estoy seguro que la estrategia -sea política o sea personal- no ha estado ausente en la toma de decisión, como forma parte de la composición intelectual de cualquier persona que debe decidir sobre un punto decisivo en su vida, arriesgándose a equivocarse. Pero el hecho clave es que, cualesquiera que fueran sus motivos, al final el inefable 'Kichi' anuncia lo que proclamó el desgraciado día que quedará marcado en la historia de esta ciudad como el primero de su mandato.

Por lo tanto, ha ganado en credibilidad. Y en eso saca ventaja apabullante a cualquiera de los presentes en el Salón de Plenos. Y en solidez, pues de aquí hasta el final de mandato ha anulado a la oposición. ¿Qué se le va a reprochar, si el tipo podría responder que ha dado lo que ha podido y que no repite? Y, ¿quién va hacerlo?

Ciudadanos no existe. Y a pesar de la voluntariedad y tesón de Lucrecia, dudo mucho que el nuevo y nada sorpresivo ninguneo que le han hecho desde la pantomima que llaman «dirección nacional» la motiven para sacar los colores a un muerto. El partido socialista es un chiste. Villero comenzó a serlo en su día y ahora ni siquiera recibe redoble con platillo. Y el partido popular está tratando de pegar los pétalos de margarita desgajados por la diatriba. Si ya no se presenta el comparsista… ¿frenamos la »operación chirigotero» o seguimos adelante con la renovación ficticia?

En definitiva, nuestro particular pato cojo ha dado un golpe maestro. Le quedan por delante seis meses de tranquilidad, que es el ecosistema donde más a gusto se encuentra y, con sus modos de Juan Nadie y la liberación de quien se sabe fuera de responsabilidad, es capaz de comandar legiones de votantes que le quiten el altavoz a quien se pudiera estar ilusionando con retirar el retrato de Salvochea, aunque el elegido vuelva a ser otro mindundi.

¡Ojalá pase a la Historia como el peor alcalde de Cádiz! Eso significará que nadie habrá sido tan nefasto, con lo que ganaremos todos. Ahora bien: dudo que nadie le iguale en el respeto a la palabra dada.

Al final, Kichi, va a resultar que eres un caballero.

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