Al filito
Al Principio
Uno de enero, lunes. Los astros se han alineado para configurar el día más propicio en el que comenzar cualquier proyecto.
Uno de Enero, lunes. Los astros se han alineado para configurar el día más propicio en el que comenzar cualquier proyecto. Y, además, es obviamente festivo, con lo que se añade el ingrediente perfecto para que un español de un paso adelante: proponérselo hoy y empezar mañana.
Hoy es el principio del fin de muchos matrimonios. Un trío de Nochebuena-Navidad-Nochevieja en terreno enemigo lo soporta cualquier guerrero (o guerrera, ojo) medianamente entrenado, pero hay quienes van perdiendo capacidad de resistencia a medida que se van sumando trienios en el fango y esa humedad va calando hasta morder el tuétano, cosa que suele suceder tras el enésimo desplante y equivocada elección del medio limón. «O tu familia o yo», dice el desdichado que, tras el acto heroico, desfila cabizbajo y maldiciente hacia la casa del cuñado por mor de no amargar la fiesta de la prole que no atiende a más interés que el de reunirse con sus primos, aunque estos últimos le parezcan a uno dignos de ser protagonistas del Día de los Inocentes. Pero del Año Cero.
No obstante, a pesar del sentimiento de estafa vital que nubla el disfrute del Concierto de Viena en esta estrenada primera mañanita del 2024, se postergará la visita al abogado hasta, por lo menos, el mes de septiembre. Es lógico: vienen los Reyes y eso es sagrado, la cuesta de Enero enfría cualquier iniciativa aventurera y, si uno logra esquivar la canita facilona de las carnestolendas, enseguida se mete en Cuaresma y su consiguiente apaciguamiento anímico. Pero luego, ¡ay! vienen las ferias y el embaucado recobra la energía con la que se apuntó al gimnasio aquel 2 de enero. Cuota que no le sirvió de nada porque, ya entrado en julio y en carnes, vuelve a disfrutar de los niños en casa, las directrices de su «otra mitad» y las imágenes de gozo absoluto y chiringuitero que regalan las televisiones en esas maravillosas tardes de sobremesa de finales de agosto, con los suegros hocicando milhojas de crema en la salita de tu casa mientras deciden y reparten los tiempos de felicidad suprema para la próxima Navidad…
Así que ya andan avisados. Si hoy se han despertado con espíritu aventurero, no se confíen por el grosor del calendario y la cantidad de negros y rojos que se les muestra por delante, que cuando menos lo esperen ya estaremos metidos en Tosantos y no habrá quien le libre de la próxima y repetidamente maravillosa NocheBuena en casa de su cuñada, disfrutando de la simpar ensaladilla casera sin mahonesa, las gambas blancas -sin ser de Huelva- y el jamón competidor en color con aquellas. Y llevando uno mismo el vino. Aunque sepa sobradamente que, de las tres botellas que porte, usted se tomará una sola copa. Porque en esa casa no hay costumbre… de comprar, claro está.
Las advertencias ya están dadas. Y, si albergan ustedes algún mínimo sentimiento patriótico, deben saber que hay multitud de compatriotas suyos aguardando a que den un paso adelante para seguirles hasta la muerte, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza (aunque sea mediante cómodos plazos) y hasta que un archivo de expediente los separe, sin más reclamación que la justa y pactada. Abogados y Procuradores que le brindarán una lealtad sin límite y le abrirán las puertas a un mundo nuevo: libre y de cinco jotas (aunque durante un tiempo de ajuste tenga que grapárselas a la mortadela). Siempre le quedará el consuelo de que el color del embutido será más cálido que el de aquel jamón…
Otrosí Digo: No me malinterpreten. No les deseo ningún mal. Antes al contrario, anhelo fervientemente su mayor felicidad y prosperidad para este Estrenado Año y que todos sus deseos sean cumplidos. El mío, ya me conocen, es ver colgando bocabajo a mi criatura favorita. Y no sean malpensados…