AL FILITO
Todo es posible
Y todo ello bajo el régimen de gananciales, que la Tradición es sagrada
Hace aproximadamente unos quince años tuve la enorme fortuna de conocer el funcionamiento interno del único partido político que, siendo el supuestamente representativo de la derecha sociológica española, tiene como único y auténtico leit-motiv su permanencia como líder de la oposición. Principio éste no ... precisamente constitutivo por su fundador, pero adaptado rápidamente por sus sucesores y, principalmente, por los subalternos, hasta el punto de convertirlo en señal y esencia de sus siglas.
Decía que hace tres quinquenios asistí a una de esas fantasmadas llamada, ampulosamente, «convención provincial», denominación que cobijaba un enjuague económico como otro cualquiera con el que justificar la gestión de un presupuesto público y que, con la excusa de un cónclave político de relativa importancia, se regalaba un fin de semana de asueto en Zahara de los Atunes a valiosos y esforzados servidores del partido, aunque ninguno de estos haya conjugado el verbo «cotizar» desde que abandonaran el tercer intento de licenciarse en bachillerato. Y todo ello bajo el régimen de gananciales, que la Tradición es sagrada.
A aquella pantomima asistió -como figura emergente y fulgurante- el pobre Juan José Cortés, fruto de una de esas epifanías de aquel grupo de deslumbrantes figuras del toreo que consideraba que el nivel intelectual de su electorado era similar al de sus cargos «electos». Aquel señor, que fue aupado al trampolín del Congreso de los Diputados sin más mérito que su triste pérdida y sufrimiento, se desgañitaba con la mejor fe, desgranando su particular y naïf teoría de la reforma política mediante una serie de diagramas y esquemas infantiles que iba dibujando con tiza en una pizarra a la par que su chirrido no terminaba de ocultar la chanza con la que el irrespetable público regalaba la intervención de un pobre juguete cuyo único valor -para aquella cohorte- era su predicamento en la comunidad gitana y los réditos que ello podría acarrear.
También asistió un «coach» político (perdón por la doble idiotez). Un señor que, con mucho oficio, tenía como objetivo de su charla la elevación del estado de ánimo de los voluntariosos curritos del partido tras la reválida de Zapatero en la jefatura del gobierno y la enésima victoria, en Andalucía, de aquellos bajo cuyo mandato se desviaron millones de euros de dinero público hacia burdeles de carretera y farras de farlopa, según se descubrió mucho más tarde. Aquel buen hombre, en uno de sus estudiados cúlmenes, alentaba a las huestes con el ejemplo de lo sucedido en México y la derrota del todopoderoso Partido Revolucionario Institucional (¡toma, Catalina!). «Todo es posible», culminaba, sin advertir la sonrisa socarrona de los puestos reservados de la primera fila.
«Solo es cuestión de proponérselo», continuaba el gurú. «Si el PRI mejicano, toda una institución mafiosa que metastasió al Estado, fue derrotado en las urnas, ¿creen ustedes que resulta imposible derrotar a estos aprendices de aquí?»
Hoy, basta dar una vuelta por cualquier red social para estar al tanto de las mordaces críticas y parodias relativas al nivel profesional, intelectual y moral del enjambre parasitario que sustenta el gobierno, pero … ¿nos paramos a pensar sobre el rebaño que pretende sustituirlo en la posición de mando? Sí, todos conocemos a gente «muy preparada» en esa formación: Cayetana, Adanero, Sayas, Fernández, Sastre o la mismísima Ayuso. Otros nombres habrá a nivel local. En cualquier caso, todos estos están en segunda o tercera línea y lejos de dar tres pasos al frente, lanzarse y ofrecer su servicio a un pueblo huérfano de autoridad, ética y vergüenza.
En lugar de ello, quien se erige como candidato alternativo a la presidencia del gobierno es un tipo oscuro, cuyo mantra es el de pactar con el mayor traidor que ha existido en España desde Fernando VII en lugar de pedir su procesamiento; su portavoz parlamentaria es una pija de libro, que desprecia a tres millones de ciudadanos votantes de un partido cuya máxima es la regeneración democrática de España; y su relevante figura autonómica es un bien-queda a las tres que, conocedor de sus carencias, sustenta su jefatura sobre ni-nis que llevan mangoneando el subcampeonato nacional durante cuarenta años sin doblarla mientras se envuelven en la blanquiverde, el feminismo y cualquier pamplina en boga que les permita seguir viviendo del cuento.
Con lo bien que se vive de segundón … ¿Para qué arriesgar?