AL FILITO
Podrido, sucio, ordinario y escandaloso
Solo uso la única arma que un indefenso contribuyente puede emplear sin que le cueste el dinero, la libertad ni la compostura: la información publicada y contrastada por profesionales del oficio
Hoy les presento un artículo huérfano de literatura barata, de metáforas y doble sentido. Hoy dejo la ironía, la mala leche y la recámara y, como no soy ciudadano norteamericano ni puedo acogerme a su Segunda Enmienda, solo uso la única arma que un indefenso ... contribuyente puede emplear sin que le cueste el dinero, la libertad ni la compostura: la información publicada y contrastada por profesionales del oficio.
Esta, que les traslado hoy, no la he obtenido de ninguna red social, periódico digital, chat de amigos o nave del misterio alguna (con todos mis respetos a un comandante que deja pequeño a Espartero), sino de la pura y simple hemeroteca de toda la vida: la de la prensa escrita «de izquierdas», tan afanada en ocultar los casos de corrupción «de los suyos» hasta que el hedor es insoportable; y la «de derechas», con ese síndrome tan propio de señalar a un sinvergüenza, cuando lo es, sin preguntarle su afiliación política.
Les traslado lo que cualquiera de ustedes puede consultar en la tarde de un lunes nublado si se dan una vuelta por cualquier «fuente fiable» publicada en internet o si el almanaque le da por tirar de sus propios recuerdos:
En septiembre de 1936, los socialistas Largo Caballero y Juan Negrín, presidente de la Segunda República y Ministro de Hacienda, respectivamente, vaciaron el Banco de España, colocando la inmensa reserva de oro en «lugares seguros» de Rusia y Francia. Una colosal fortuna que nunca se recuperó, como tampoco la plata -expoliada por la horda- del Patrimonio Nacional, así como el contenido de innumerables cajas fuertes de particulares, saqueadas por salvajes chekistas en el territorio -menguante- que controlaron durante la Guerra.
Este episodio puede parecer irrelevante, gracias -sobre todo- a la tan contrastada calidad artística de los creadores de nuestra cinematografía nacional, pero quizás contengan ustedes la sonrisa si les expongo el siguiente dato: España, en 1936, ocupaba el tercer lugar del mundo en cuanto a reservas de oro, suma solo superada por Inglaterra y Estados Unidos. Contrasten el dato con el momento en que sucedió la matanza de Casas Viejas (1933), cuando un gobierno republicano-socialista ordenó aniquilar a campesinos HAMBRIENTOS. Alguien se estaría llevando las rentas… ¿les suena?
Tras el exilio, reconducción política (aceptación de lo que sea, a cambio de mamandurria… ¿les sigue sonando?) y la campaña de los «cien años de honradez» con la que el PSOE se volvió a presentar en sociedad después de asegurarse que el General criaba malvas, la lista de servicios a la Pasta ha sido extensa: Caso Flick (y Flock, gentileza esta última del simpar gracejo andaluz que tanto hemos venido celebrando y disfrutando durante los cuarenta años que estos tipos han estado mangoneando por aquí abajo con garbo y salero), Filesa, Hermanísimo (Guerra), Caso Renedo, Caso Besteiro, Caso AVE, Caso Mercasevilla, Trama Pokémon, Caso ERE y fondo de reptiles, Caso Fondos Reservados, Caso Roldán… por mencionar solamente los más señalados. ¿Cuáles son los denominadores comunes de todos ellos? Dos: el desvío de fondos y el carnet del partido.
Nuestro país vivió una primavera revolucionaria en aquel mes de Mayo del año 2011, en el que jóvenes y valiosos universitarios, oprimidos por un sistema de castas inaccesible y hastiados de la carestía del pan ante tanto chorizo, se alzaron y dijeron «¡basta!», lograron la simpatía y el apoyo de millones de ciudadanos encolerizados por el precio de la luz, de la cesta de la compra y las dificultades para sacar adelante a una familia mientras una pandilla de estirados miembros del PP usaban trajes a medida, robaban dos cremas en el supermercado, desconocían la titularidad del jaguar aparcado en la puerta o se escondían tras una pantalla plana.
Aprovechando la marejada, de las cenizas del zapaterismo apareció -bajo la bandera constitucional- un joven y prometedor talento, de currículum aparentemente brillante, autoerigido como adalid de la honradez, del que quedará una impresión imborrable en la memoria: Expolio, caspa, casta, endogamia, corrupción, inoperancia, inutilidad y cobardía.
Su partido celebrará esta semana su cuadragésimo primer congreso «federal» (como aquello de la república inexistente y los idiotas, ¿recuerdan?). Del resultado del mismo quedará acreditado si esta tropa sirve para otra cosa o solo para lo que ha venido demostrando.