Opinión
Orgullo y prejuicio
Es una gran verdad que nadie está exento de caer en un vicio y de todos es sabido que de algunos hoyos es complicado salir
Un año más -y van contados muchos en la colección de almanaques que uno atesora-, contemplamos cómo auténticos depravados inundan nuestro espacio vital aprovechando cualquier ocasión para exhibir, arropados y jaleados por masas inexplicablemente orgullosas, todo lo que una persona normal mantendría pudorosamente en secreto si tuviera la desgracia de haber nacido con ese defecto o lo hubiera adquirido de jovencito.
Es una gran verdad que nadie está exento de caer en un vicio y de todos es sabido que de algunos hoyos es complicado salir. No son pocas las terapias que se han utilizado para el rescate de los caídos en esa desgracia e incluso se han dado casos de violencia ejercida contra esas personas por mor de su elección. Y no puedo decir que ese abuso sea injustificado. No es plato de buen gusto reconocerlo, pero a todos se nos ha pasado por la cabeza, alguna vez, pegarle un bofetón con la mano abierta a uno de estos degenerados.
Perdónenme, pero no puedo llamar de otro modo a quienes carecen de moralidad y nos dan lecciones parapetados tras una legalidad que nos impide vocear lo que realmente pensamos de esa chusma, so pena de arruinarnos la vida si osamos hacerlo. Porque esta panda de golfos está blindada y súper-protegida. Todo a nuestra costa, que solo hacemos trabajar como esclavos para subvencionar tanto chiringuito.
Si el modo en que viven no fuera ya, por sí, ignominioso, sin necesidad de más aditivos, parte de esta morralla eleva aún más la provocación endulzando su vida con drogas, prostitución y abuso de menores, sin que les afecte mínimamente el conocimiento público de tales divertimentos. Es más, los suyos, que se llenan la boca de rimbombantes reclamaciones y defensa a ultranza de los derechos y la dignidad de las personas, los jalean y aplauden entre ostentosas risotadas. Solo hay que ver las imágenes del selecto público que acude a sus particulares encuentros…
Como siempre, empiezan en Madrid y pronto los veremos por todos sitios, aunque usted no quiera saber nada de esa basura. No habrá canal de televisión, buscador de internet, red social, periódico o emisora de radio donde no le bombardeen con su abominable propaganda. Puede incluso que se encuentren a alguno por la calle, rodeado de saltimbanquis impúdicos, feladores y sorbedores de todo tipo y condición.
Un año más -y van contados muchos en la colección de almanaques que uno atesora-, vuelve la calaña política más vil a colarse en nuestros hogares para mentirnos e insultarnos, considerándonos retrasados mentales, exhibiendo las mayores bajezas de que sea capaz un ser humano con tal de conseguir su objetivo vital, que no es otro que chuparnos la sangre cuatro años más mientras los demás luchamos para tener una vida decorosa. Profesionales del embuste, de la extracción y de la infamia, a quienes alguna vez habremos de hacer pagar los daños y perjuicios que produce su desgraciado paso por este mundo.
Y todo ello mientras la gente decente trata de vivir en paz, amarse y vivir en libertad sin que esa hampa parasitaria se meta en sus asuntos.
Espero que no hayan sido prejuiciosos.
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