Al Filito

7 de octubre

Existe mucho miedo sobre una temible Tercera Guerra Mundial. Pero, viendo la cloaca en la que se ha convertido este mundo, quizás solo pueda limpiarlo un merecido Armagedón

Hoy, Día de la Virgen del Rosario, los gaditanos estamos de Fiesta. Con la alegría de un lunes sin colegio y la excusa del día de nuestra Patrona, muchos de nuestros chavales estarán padeciendo las consecuencias de un largo fin de semana de traca y ... traca-trá. Es su momento. Y, aunque algunos hayamos sufrido la desazón propia de un fin de semana de tres noches (tiras y aflojas con la hora, el niño que se retrasa y no contesta, estado de ánimo alteradillo al llegar...) en nuestro foro íntimo aplaudimos que hayan celebrado la vida y, sobre todo, que hayan llegado sanos y salvos a casa sin haberse metidos en líos en la discoteca, el concierto o dondequiera que hubieran elegido para divertirse.

Hace justo un año, una horda de salvajes privó a centenares de familias experimentar esa alegría. Sedienta de sangre, la manada irrumpió en un festival de música en la localidad de Reim, Israel, asesinando a 364 personas, cuyos cuerpos fueron acribillados, mutilados, calcinados y profanados. A la mayoría de las chicas las violaron antes y después de matarlas (digo 'chicas' porque todas las víctimas estaban comprendidas entre 20 y 40 años). Y todo al grito de 'Dios es grande'.

Se trataba de un festival 'rave', que nació en el año 2001 con la romántica idea de ser un punto de unión entre personas de distintas culturas a través de la música, la danza y el arte y erigirse como 'esperanza de paz' en aquel complicado rincón del planeta. La edición del año pasado se diseñó como una 'fiesta en la naturaleza toda la noche'. Con estas descripciones, puede usted figurarse que la chavalería que se juntó allí no tenía, para ese rato, planteamiento político, religioso, militar o económico alguno. Solo paz y amor.

No satisfechos con la carnicería, los matarifes asolaron las casas de alrededor, matando a familias completas, pacíficas e indefensas, sin piedad alguna hacia bebés y niños, algunos de cuyos cuerpecitos aparecieron decapitados. Otros muchos permanecen desaparecidos.

Los propios hijos de satanás se filmaron a sí mismos ejecutando, torturando y degollando a esas criaturas, entre las risas y el regocijo de la piara. Famosas también fueron las imágenes en las que aparecían los cuerpos de algunas víctimas transportadas en vehículos, reventadas por violación anal y exhibidas como trofeos, así como cadáveres arrojados en medio de la calle, en torno a los cuales se arremolinaban docenas de 'civiles', niños incluidos, que escupían, zarandeaban y pateaban los cuerpos entre carcajadas y gritos de 'muerte a Israel'.

Hoy, un año después, aún permanecen retenidas más de noventa personas, cuyo suplicio no podemos imaginar aunque sí, terriblemente, sospechar. Basta con leer el relato de la niña yazidí secuestrada y violada a diario durante los diez años que ha durado su infierno.

Ante esta muestra de perversión satánica, sectores podridos de nuestra sociedad amparan a los criminales, los ensalzan y encumbran, erigiéndose como estandartes de moralidad y supremacía ética. Un estercolero heterogéneo, cuyo común denominador es el hecho de que sus laicas, progresistas y multidiversas vidas serían colgadas de una grúa en cuanto entraran en contacto con los de la cimitarra.

Existe mucho miedo sobre la aterradora proximidad de una temible Tercera Guerra Mundial. Pero, viendo la cloaca en la que se ha convertido este mundo, quizás solo pueda limpiarlo un merecido Armagedón.

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