opinión
Libre y gratuito
Lo que tengo cada vez más claro es que el próximo gobierno nacional será una coalición PP-PSOE
Andaban los farsantes escondidos en las alcantarillas de su moral (si es que ésta admite algún departamento aún más oscuro que su cáscara), temerosos de salir a una calle que se les echa encima y pavoridos ante la perspectiva de tener que buscarse un trabajo ... decente que les permita pagar la factura de la luz a partir del mes de Mayo. Y vino VOX a darles hálito.
Con la defensa de la Vida, ese partido ha regalado un poderoso leit-motiv de campaña a quienes relativizan el significado del concepto «Ser Humano» y, fieles a su naturaleza, lo minoran y degradan como han hecho con otros, tales como «honradez», »ética» o el más prosaico de «vergüenza».
Huérfanos de motivos con los que enorgullecerse por nada de lo que hayan gestionado, la escombrera nacional viene vomitando bilis política sobre quienes han tenido la ocurrencia de proponer medidas que sirvan para salvar vidas.
Reconozco que el tema es delicado. Personalmente, nunca me he atrevido a defender una posición extremista sobre el aborto porque los principios, sentimientos y circunstancias que envuelven cada caso exigen huir del maximalismo. Y porque es muy fácil juzgar sobre lo que otros hacen cuando a uno no le toca.
Por eso no puedo entender al zurderío y su oposición «per se» a la Cultura de la Vida o, siquiera, al debate sobre ella. Precisamente porque cada caso supone un universo en sí mismo y todos estamos obligados a realizar un ejercicio de empatía, se me escapa el sentido de tan brutalizada generalización: libre, gratuito e ilimitado.
Lo curioso del asunto es que esta caterva sea tan mojigata a la hora de regular ese «derecho de la mujer» y, en lugar de extenderlo, se limite. Me explico: ¿por qué ceñirse a la voluntad exclusiva sobre la vida o la muerte de su hijo mientras esté indefenso dentro del vientre materno? Ya que consideran que el padre no tiene relevancia alguna en ese periodo clave, ¿por qué dársela después? Si tuvieran un mínimo sentido de coherencia, propondrían que la patria potestad fuera concedida en exclusiva a la madre. Para siempre. Y olvidémonos de pensiones alimenticias, gastos extraordinarios e intromisiones de todo tipo en la sana y libre decisión de quien pare.
Pero pedirles eso es ir demasiado lejos. A las puertas de tantos procesos electorales, donde tantas criaturas se juegan el pan, ese ejercicio de valentía no es propio de quienes se han caracterizado a lo largo de la historia por cebarse con los indefensos.
Para decir y hacer lo que se piensa y publicarlo sin ambages antes de una cita electoral, con el riesgo de dar alas al contrario, hay que ser muy torpe, estar muy loco… o ser muy honrado.
Y aquí no estamos acostumbrados a eso. Nos hemos habituado al embuste, de tal modo, que nos asusta la perspectiva novedosa que nos ofrece un político que desatiende la estrategia cuando nos desvela su planteamiento y no muestra ninguna fisura en el camino que va desde la redacción de su programa hasta la ejecución gubernativa del mismo.
Lo que tengo cada vez más claro es que el próximo gobierno nacional será una coalición PP-PSOE. El chiringuito hay que mantenerlo a toda costa y, si se da cabida a esos locos antiabortistas que dicen lo que piensan… la barra dejará de ser libre y gratuita. Y eso no puede ser.
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