opinión
Lo importante
Lo que sucede en la puerta de nuestra casa ya merece titulares de oro y nácar
Como cada sábado, repaso las notas tomadas durante la semana para decidir qué tema encajar en el espacio que me regala La Voz y cuáles dejar para otra ocasión que, realmente, quedan siempre para nunca.
Hay momentos en que la elección es sencilla porque ... ha sucedido algún acontecimiento que ensombrece o reduce a los demás. En otras, cuesta trabajo elegir la noticia a desarrollar. Y no siempre ocurre por la cantidad, sino que a veces es complicado seleccionar entre la nadería. Evidentemente, no ha sido la pasada un ejemplo de esto último. ¡Que grandes portadas hemos disfrutado!
Hoy lunes es un Día Grande para la Prensa. Por fin sabremos dónde se sentará el Emérito, cómo será el saludo con su preparado hijo y qué modelito lucirá la consorte republicana. No habrá periódico, tertulia radiofónica, noticiero ni basura televisiva donde no se trate el tema.
En ámbito nacional, lo de siempre: los socialistas pidiendo el indulto de un delincuente porque es de los suyos (o sea…); los revolucionarios del punto violeta colocando a sus queridas; el gobierno orinándose en nuestra cartera y los Padres de la Patria (alias PP) manteniendo en nómina a un señor que, aunque parezca imbécil, es lo suficientemente inteligente para saber que, con su curriculum y un poco de dignidad, jamás conseguiría trincar los noventa mil euros que su aparente inutilidad nos cuesta cada año. Y lleva así varios trienios.
Ahora bien, lo que sucede en la puerta de nuestra casa ya merece titulares de oro y nácar. Sobre todo, en los últimos tres días. La desbordante y redundante fastuosidad de la Procesión Magna ha copado toda la atención informativa antes, durante y después del evento. Hemos conocido todo tipo de detalles imagineros, anécdotas históricas y personales y hasta nos hemos aprendido el nombre de todas y cada una de las bandas musicales que se han lucido por nuestras calles.
Otro tanto ha sucedido con el Cádiz y la alegría que, por fin, nos ha dado en este malogrado inicio de Liga. Eso nos da aliciente para proyectar mejoras de cara al mercado de invierno y mantener la esperanza, porque volver a Segunda sería un palo enorme.
La «malage» que tiene la Prensa es que se ve obligada a tratar, también, cosas de menos enjundia, que amargan el regusto placentero dejado por las otras. Y este pasado fin de semana, los dos periódicos principales de nuestra ciudad han coincidido en dos molestos y similares asuntos (que hay que buscar, dejando atrás las noticias «principales»): las dificultades que padecen dos familias gaditanas por mor de las necesidades de atención de dos chiquillas, Carmen y Cristina, que sufren graves problemas de discapacidad, agravados por su modesta economía, y ante los cuales las administraciones responden que «están tratando de ver cómo ayudar a solucionarlos».
¿Se imaginan si en este país amaneciera cada día con portadas de periódico que denunciara la situación de Cristina a toda página? ¿O que las entrevistas del primer espada radiofónico comenzaran preguntando al político de turno qué va a hacer respecto a Carmen, que solo tiene cinco añitos, y lo persiguiera a diario hasta que cumpliera su obligación? ¿O que el telediario abriera la emisión llamando «sinvergüenza» al concejal que ha contratado un taller de masturbación anal por importe de miles de euros mientras hay padres de familia desesperados por no poder atender las necesidades de sus hijos?