OPINIÓN
Felicidades, presidente
JFK solo gobernó tres años y, fuera de Estados Unidos, nadie sabría decir con precisión qué méritos logró el católico irlandés para alcanzar tanto renombre, aparte de ser joven, guapo y haber disfrutado de la compañía íntima de Marilyn Monroe
El pasado viernes, 22 de noviembre, se cumplieron sesenta años del asesinato de J.F. Kennedy. Un mito prefabricado que, a la par que transcurre el tiempo, va perdiendo interés por la paulatina revelación de sus fraudes, artificios y embustes. Y no me refiero a ... las teorías circulantes sobre las autorías del crimen (tan 'desconocidas' como la magia insondable de la Noche de Reyes Magos), sino a los datos que –quizás de forma interesada y calculada– se van desgranando sobre su vida.
Coincidiendo con esa efeméride, nuestro Estafador Presidencial inició una gira por Israel que, en solo dos días, nos ha situado al lado de los enemigos de ese Estado, la única Democracia real en todo Oriente Próximo. Un país donde existe libertad ideológica, política, religiosa, de opinión y prensa y elecciones libres y que –quizás, precisamente, por ello– tiene su existencia amenazada por los amigos de nuestro particular vendedor de madres, un selecto grupo de países, organizaciones e individuos que ulula, aplaude y festeja los asesinatos, violaciones, degüellos y desmembraciones de bebés a manos de una jauría de animales rabiosos.
¿Imaginan ustedes que, tras el desalmado asesinato de Miguel Ángel Blanco, la carnicería de la Casa Cuartel de Zaragoza o la matanza del parking de Hipercor en Barcelona, hubiera venido algún político extranjero a exigirnos respeto y consideración al 'Pueblo Vasco' y abogara por su independencia? Pues más o menos es lo que ha hecho ese tipo infame que, aunque en España no pueda pisar la calle, nos representa a todos cada vez que su avioncito le hace aterrizar sano y salvo en suelo foráneo.
Resultando evidente la patología del individuo, ansioso por alcanzar fama y renombre y estampar camisetas con su efigie, no sería ningún disparate pensar que había calculado al milímetro la fecha y ocasión para darse una loción de populismo universal, apareciendo ante la opinión pública internacional como un nuevo referente político para esa mugre moral que apoya cualquier depravación mientras ello sirva para no reconocer la razón del contrario. Este escombro ético, sabedor de que carece de futuro alguno dentro de nuestras fronteras, busca un hueco en cualquier boquete. Cuanto más oscuro, húmedo y frío, más familiar y cómodo le resultará.
Ha recibido, por sus declaraciones, las felicitaciones del líder de las bestias asesinas. Y ayer domingo recibió un baño de masas de votantes socialistas, orgullos, que jaleaban a su líder de la misma forma en que, desde sus declaraciones sobre Palestina, lo hacen los terroristas, criminales y delincuentes internacionales proscritos en cualquier país civilizado.
JFK solo gobernó tres años y, fuera de Estados Unidos, nadie sabría decir con precisión qué méritos logró el católico irlandés para alcanzar tanto renombre, aparte de ser joven, guapo y haber disfrutado de la compañía íntima de Marilyn Monroe. Me temo que la triste realidad de su idealización devino a consecuencia de su horrible final, que según las hipótesis oficialistas fue orquestado por comunistas, por la Mafia o por un consorcio de ambos.
Nada de eso le sucederá al de la risa de hiena. Las fuerzas del Mal –todas– están de su lado. De hecho, es su pelele, por lo que jamás veremos su final esparcido en ningún Lincoln Continental mientras siga su dictado. ¿Qué otra cosa va a hacer ese sujeto?
Felicidades, presidente. Puedes seguir durmiendo tranquilo.