Opinión

Desprecio

Siento lástima de aquel ex-excelentísimo quillo que portó el bastón de mando de esta ciudad durante los ocho largos años

Siento lástima de aquel ex-excelentísimo quillo que portó el bastón de mando de esta ciudad durante los ocho largos años que las bondades del indiscriminado, incondicionado y universal sufragio permitieron que tal personaje gestionara los destinos de una ciudad poseedora de los títulos de ... Muy Noble, Muy Leal y Muy Heroica.

El lamento es sincero. A pesar de que el pobre hombre, elegido por descatalogación entre los suyos, siguiera los sabios consejos de quien llevaba los pantalones en su casa y se apartara a tiempo del núcleo duro de golfos semi-confesos que dirigían la formación de Podemos, manteniéndose al margen de los usos y costumbres de aquella tropa, no tuvo la habilidad de ocultar los resultados de su nefasta gestión tras el matorral de escándalos que sacudían a su partido o al mismísimo gobierno al que aquel servía como puntal. De ahí que, pese al casoplón en Galapagar, los asuntillos de alcoba, las contrataciones fraudulentas de trabajadores, las defraudaciones fiscales y demás flatulencias que embadurnaran la fachada de ese gran timo político nacido del 15-M, aquel simplón liberado sindical no se pudiera librar de los chuzos de punta que le caían en cada columna de opinión por mor de su inoperancia.

Hoy tenemos un alcalde que, como el de ayer, habla mucho y -hasta la fecha- hace poco. Hemos tenido que esperar más de un año para comenzar a intuir cuál es su proyecto de ciudad. Y la verdad es que suena espectacular. Pero, contemplando lo que se ha hecho durante estos últimos diecisiete meses, el lamentable estado de limpieza y conservación, la parálisis generalizada y la imagen de bonhomía administrativa frente a la indolencia (que traducido resulta: dejemos todo como está para no molestar y que no me la monten), este pan sin sal está desvelando, por omisión, una falta de capacidad digna de comparación con la de cualquier descamisado que alguna vez pudiera asomarse al balcón de San Juan de Dios.

Sin embargo, Bruno, el cuñado perfecto, goza de baraka. La cloaca nacional ha desbordado el sumidero de tal forma que cualquier negligencia municipal queda como pura anécdota y la pretensión de elevarla a categoría en una columna resultaría pura frivolidad. Así que me disculpe Teresa, pero no tengo más remedio que emular a los enormes Tip y Coll y prometer que mañana hablaré del gobierno (municipal), pero no hoy.

No sufran. No les hablaré hoy del Monstruo. A estas alturas de la película, todos y cada uno de ustedes no solo estarán perfecta y sobradamente ilustrados sobre las andanzas de este enorme atajo de sinvergüenzas que portan carné de 'superioridad moral', sino que sentirán un lógico atragantamiento de reiterados y manidos comentarios, memes, vídeos, 'pásalos' y demás milagros de este siglo veintiuno de nuestras entretelas.

Tampoco vengo a descubrirles una ventana nueva, pues temo que el mensaje final sea repetido y machacón, por lo que a mis comentarios respecta: el problema no es Sánchez. Ni Errejón, Ábalos, Marlaska, Koldo, Montero, o las fulanas (y fulanos) que acompañen a estos personajes, beneficiándose de su compañía y abran la boquita solo tras comprobar que cualquier otra apertura no tuviera el resultado deseado y traducido en su libreta bancaria.

El problema, señores lectores, reside en sus vecinos (y vecinas, que no pretendo ofender), los de ustedes. Ese que lleva toda su vida vendiendo el cuento de la abuela del pueblo, viuda por la malvada represión franquista y que gracias al llanto, al relato y al casamiento ha encontrado hueco en la Diputación sin haber pasado por una prueba habilitante. O esas que encontraron un modo de vida en el punto violeta, el empoderamiento batucado o cualquier chiringuito afín. O aquel otro, antiguo señorito de chófer y residencia militar, que vomita toda su bilis de rencor y odio hacia quienes quiso que fueran los suyos pero, ¡ay, por qué sería!, nunca le aceptaron. Todo ese lumpen, en definitiva, furioso, que parasita mientras escupe, abuchea y reclama derechos y que, ante el hedor propio de la basura acumulada y descompuesta, guarda el mismo silencio que muestran sus lideresas cuando acuden, maculadas, a visitar a Bergoglio.

Si hoy se mantienen en pie estas aberraciones que se hacen llamar Gobierno de España y Partido Obrero son gracias a ese vecino, amigo, integrante del chat, concejal o tertuliano que se permite darle lecciones de ética, moralidad y civismo sin que usted reaccione remitiéndolo a la pocilga de la que han salido.

Y aún hay quien dice que hay que guardarles respeto...

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