AL FILITO
Cómplices
Para ocupar un puesto en una papeleta que da derecho a ocupar un sillón de la Carrera de San Jerónimo, hoy, prima la habilidad del mamporrero en detrimento de un currículum profesional y académico adecuado
Los diputados del Partido Popular y Vox mostraron su aflicción y desconsuelo por haber participado en una traición que ha superado el listón de lo imaginable, aunque a estas alturas y tras seis años de gobierno corrompido y degenerado, la imaginación haya alcanzado una elasticidad ... que solo un adicto a las saunas podría dimensionar.
Sucede que Sus Señorías, elegidos para oponerse a los desmanes y desvaríos de la banda que nos está llevando a la ruina, al parecer, fueron burlados (¡oh, sorpresa!) en la votación de una simple trasposición de una normativa europea sobre intercambio de antecedentes penales, en la que la pandilla del banco azul (esos a quienes se les borran sus propios antecedentes por obra y gracia de su Cosa Nostra) les ha colado la excarcelación anticipada de los valientes gudaris que liberaron Vascongadas disparando por la espalda a hombres que no se hubieran mojado los pantalones al darle la cara o destripando a niños, mujeres y civiles con mando a distancia.
Unos pocos de estos representantes políticos (repito: del Partido Popular y de Vox) ha tenido, al menos, la vergüenza de aparecer en algún medio de comunicación o red social pidiendo «disculpas», compungido. Pero no así la mayoría, agazapada y escondida tras el líder, la consigna y el ideario, ese que han ido fabricando a marchas forzadas con el relato del «engaño» y la atribución de responsabilidad exclusiva al Fraude enamorado.
Hablamos de unos señores cuyo trabajo, en teoría, consiste en hacer leyes. Lo que implica, evidentemente, leer lo que le ponen por delante y hacerlo con detenimiento. Sobre todo, teniendo en cuenta dos factores ineludibles: el primero, que han sido elegidos para controlar lo que nos pretende colar un amoral cuyo único interés reside en seguir disfrutando de libertad incondicional por encima de todo; y el segundo, que cobran una media de ochenta mil euros anuales, con gastos pagados, a costa de un contribuyente que tiene que deslomarse de sol a sol, poner lavadoras a horas valle y hacer rutas de supermercados buscando ofertas para procurar que las familias de Sus Señorías disfruten de cuatro meses de vacaciones pagadas al año, chófer, servicio de casa y cafés a cincuenta céntimos en el bar donde Tejero puso un día una de sus botas.
Han salido también en estos días algunos defensores de la causa. Leí a Luis del Pino enarbolando la bandera de la inocencia de estos parlamentarios arguyendo que el texto era tan imbricado y enrevesado que la comprensión del mismo resultaba casi imposible. Es decir, que no solo es que no lean, sino que, ante la falta de comprensión lectora, se dicen «¡venga, tira p'adelante!». Ese es el nivel.
Veamos. Somos todos conscientes que para ocupar un puesto en una papeleta que da derecho a ocupar un sillón de la Carrera de San Jerónimo, hoy, prima la habilidad del mamporrero en detrimento de un currículum profesional y académico adecuado a la responsabilidad que conlleva el cargo. Pero, aunque hayamos asumido mansamente que estos figuras ocupen el lugar de la antigua aristocracia vaga, rentista e improductiva, no debemos olvidar que, para suplir sus evidentes carencias, entre todos les pagamos un cuerpo de «asesores» y «auxiliares» (a sesenta mil euros anuales por barba) cuya utilidad se ha visto reflejada de manera meridiana en la brillante sonrisa desafiante de Txapote.
Con este grado de incapacidad, no habrá quien le quite la moqueta al Felón. Porque, a diferencia de la falsa superioridad moral de «los otros», la derecha sociológica española no tolera la traición, la corrupción ni, mucho menos, la inutilidad de unos supuestos líderes que, teniendo enfrente a semejante escombrera, no hacen más que apuntalarla.
Que no nos engañen más. Son cómplices.