Al Filito
Botémoslos
Decía que las elecciones al Parlamento Europeo eran consideradas para el vecino de a pie, hasta antes de ayer, de tercera categoría
El próximo domingo volveremos a acudir a las urnas. Por una cosa o la otra, entre elecciones generales, regionales, las repeticiones de las anteriores, las municipales y las que hasta hace dos telediarios no interesaban a nadie (las europeas), la casta política parasitaria nos tiene ... bien entretenidos. Es lo que toca en esta etapa tan maravillosa de nuestro país, en la que el currante se desloma y desespera mientras esa escombrera sale de fiesta.
Decía que las elecciones al Parlamento Europeo eran consideradas para el vecino de a pie, hasta antes de ayer, de tercera categoría. No es una apreciación mía, sino una evidencia por mor del alto porcentaje de abstención que se ha experimentado en cada una de ellas, a pesar de los desesperados clamores y exhortos que nos dirigen nuestros representantes políticos, desde sus poltronas, tratando de explicarnos -pobre pueblo paleto- la importancia de nuestro voto y la trascendencia de cuanto se decide, en aquel foro, sobre nuestros intereses.
Pero resulta que esta Nación, ignorante y desagradecida, por más que se esfuerza en entender las enseñanzas que gente tan intelectualmente elevada trata de compartir con ella, solo puede atisbar que el único interés que está en juego es, precisamente, el de los políticos. Concretamente, un sueldo mensual de 9.975 euros brutos, más dietas (que pueden ascender a cuatro mil euros) y un presupuesto de otros 28.000 euros (sí, veintiocho mil, cada mes) para contratar asistentes... O sea, una bicoca para colocar a «gente preparada» que deja en una broma el cementerio de elefantes del Senado o, qué se yo, una agencia regional de vivienda cualquiera. Así que ya pueden hacerse una idea de cuánto importa a esta caterva que usted acuda a depositar su papeleta y ejercer sus obligaciones cívicas como ciudadano comprometido con la «Democracia».
Esta es la razón mollar de las movilizaciones de estos días y de la escalada mediática, en redes sociales, durante el pasado fin de semana de «fango y mierda»: trincar. Es meridiano que ni a nuestros «representantes» ni a «Europa» le importamos un c...omino. Así que estos no deberían escandalizarse si la ciudadanía desprecie, como respuesta, la participación electoral en ese dominguito. En todas y cada una de las ocasiones anteriores en las que la abstención «europeísta» ha sido mayoritaria, solo hemos dado justa contestación a quienes han eliminado nuestra industria, tratan de destrozar nuestra agricultura y nos han convertido en su servicio doméstico, a la par que se ríen de nuestras miserias, burlan nuestras leyes -acogiendo a cualquier miserable que atente contra nuestra convivencia- y permanecen inertes ante el expolio al que nos someten nuestras sanguijuelas nacionales.
Por tales razones, servidor siempre se ha debatido entre pasar ese día en la playa o votar a algún friki que de sentido a la burla. Pero esta vez todo es diferente. Nuestro adorado hombre enamorado se juega mucho y, comoquiera que la indefensa ciudadanía no tiene más instrumento que un papel blanco para expresar su sentir, tenemos que convertir ese listado de nombres en un arma de destrucción masiva contra quien nos está llevando a la ruina absoluta y al borde de un estallido social de dimensiones inimaginables, dividiendo y enfrentando a los españoles, destrozando el Estado de Derecho y trincando a manos llenas mientras la clase trabajadora suda sangre para llegar a fin de mes.
Voten, pero antes de hacerlo piensen en qué lado quieren estar cuando esta tropa se esté riendo de ustedes, desde su refugio palaciego, en algún país «amigo» con el que no haya tratado de extradición. Yo lo tengo claro y, como hace tiempo que salí del colegio, comprenderán que me afecta bien poco la etiqueta que quiera ponerme esta Mugre.
Como dirían en Argentina... hay que BOTARLOS.
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