opinión: al filito
El botellón
Colocar una valla alrededor de la Catedral ha sido una buena idea, como la de instalar aseos portátiles dignos (y no las porquerizas acostumbradas de otros años), pero se ha evidenciado que no ha sido suficiente
Pasada ya la juerga y la quema, queda recoger las cenizas. Arden las redes y se llenan páginas de tinta con la cuestión del botellón, la defensa de la Fiesta y las mismas papardas que nos entretendrán hasta que día 14 de febrero de 2026 ... los enamorados de La Tacita vuelvan a temer la invasión de la horda de lote y condón gratis.
Colocar una valla alrededor de la Catedral ha sido una buena idea, como la de instalar aseos portátiles dignos (y no las porquerizas acostumbradas de otros años), pero se ha evidenciado que no ha sido suficiente, a tenor de cómo ha quedado arrasada la Plaza tras los dos sábados, a pesar de la lluvia y el granizo.
La solución no se antoja complicada. Solo hay que acudir a la Ley andaluza 7/2006, conocida como «Ley Anti-botellón», que no puede ser más clara. Su artículo 3 dice: queda prohibida la permanencia y concentración de personas que se encuentren consumiendo bebidas o realizando otras actividades que pongan en peligro la pacífica convivencia ciudadana fuera de las zonas del término municipal que el Ayuntamiento haya establecido como permitidas, abandonar o arrojar envases y restos de bebidas y demás recipientes, la realización de necesidades fisiológicas en los espacios abiertos y, entre otras actividades, el consumo de bebidas alcohólicas por menores de dieciocho años en los espacios abiertos. Y ya en su artículo 4 determina que los ayuntamientos son los competentes para inspeccionar, controlar y sancionar el incumplimiento de la Ley.
Es decir, puede prohibirse el botellón y, sobre todo, debe hacerse. Si de nuestros impuestos se detrae una cantidad importante cada verano para que unos funcionarios con pantalón corto multen a chavales que juegan a pelota con la marea baja, llega la hora de exigir que la autoridad competente cumpla y haga cumplir también esta Ley. Pasar del «no os queremos» al «vamos a multaros» y del cartelito concienciador al policía en la esquina. Cualquier otra postura, además de absurda, es cómplice.