Antiguo convento de San Agustín, cabeza de la Provincia de Andalucía

José María Montero de Espinosa, en la obra dedicada al convento de San Agustín publicada en 1817, ratifica que «este convento es el principal de los 36 de que se compone la Provincia de Andalucía».

El título del libro que se publicó con motivo de la canonización de santo Tomás de Villanueva califica al convento de Sevilla como el primero de la Provincia de Andalucía. Se editó en Sevilla pero no aparece el año de impresión. Los actos de la canonización del santo agustino se celebraron en la capital hispalense en 1659: «Relación de las fiestas que, en la ciudad de Sevilla, se han hecho a la Canonización de Santo Tomás de Villanueva, Arzobispo de Valencia, en el Real Convento de San Agustín, primero de la Provincia de Andalucía, donde fue provincial el santo».

El padre agustino Tomás de Herrera manifiesta que el monasterio de Sevilla era la cabeza de la Provincia Bética en su libro Historia del Convento de San Agustín de Salamanca (1652): «El convento de San Agustín de Sevilla, suntuoso en edificios, rico en rentas y limosnas, y dichoso en hijos ilustres, es la principal cabeza de la Provincia de Andalucía».

También merece la pena reseñar la presencia de algunos santos en el convento de San Agustín de Sevilla. En 1527 se dividió la Provincia de los agustinos de España en dos. Los conventos situados al sur del Tajo formaron la Provincia Bética o de Andalucía y los ubicados al norte de dicho río se unieron en la de Castilla. Santo Tomás de Villanueva fue elegido prior provincial de la Provincia de Andalucía para el bienio 1527-1529. Durante su provincialato, su residencia oficial fue el convento de San Agustín de Sevilla. Montero de Espinosa lo explica de esta manera: «Consta que vivió en este convento, siendo su primer prior provincial de la Provincia de Andalucía, cuando se erigió en provincia, separándose de la de Castilla, y no hace muchos años se conservaban firmas en su archivo con veneración, que algunos religiosos cortaban y guardaban como preciosa reliquia».

Además de su estancia en Sevilla los dos años que ocupó el cargo de provincial, santo Tomás de Villanueva vino a Sevilla cuando ejerció el puesto de visitador provincial. En varias oportunidades, fue nombrado visitador de la Provincia de Andalucía. Venía a Sevilla para realizar la visita canónica que mandaban las Constituciones de la Orden de San Agustín.

Otro de los santos que residieron en el monasterio hispalense fue san Alonso de Orozco. En 1541 se unificaron las Provincias de Castilla y Andalucía en la antigua Provincia de España. En este año, se nombró a san Alonso de Orozco prior del convento de San Agustín de Sevilla y desempeñó el cargo de 1541 a 1545. A finales de la década de 1540, san Alonso de Orozco estuvo en el convento de San Agustín de Sevilla algunos años. En este tiempo, se dedicó a publicar varios libros en las imprentas sevillanas.

El padre agustino Pedro de Zúñiga, natural de Sevilla e hijo del convento de su ciudad natal, murió martirizado en Japón el 19 de agosto de 1622. Fue quemado vivo a fuego lento en la ciudad de Nagasaki. El papa Pío IX (1846-1878) lo beatificó el 7 de julio de 1867.

Gonzalo Vélez nació en Sevilla. En su juventud, ingresó y profesó en el convento de San Agustín de Sevilla. Cuando acabó la carrera eclesiástica, fue destinado al convento de Santa María de Jesús de Huécija (Almería). Los musulmanes de aquellas tierras se sublevaron en 1568 y prendieron fuego al convento. Toda la comunidad pereció el 25 de diciembre de 1568. El año pasado se ha iniciado el proceso de canonización de los agustinos que allí murieron.

Rodrigo de Andrada, hijo del convento de San Agustín de Sevilla, se alistó en la Gran Armada en 1588. Desempeñó su tarea pastoral diciendo misas, predicando y confesando. También, se dedicó a la asistencia espiritual de los enfermos y heridos. En el desarrollo de los acontecimientos bélicos, cayó en poder de los enemigos que lo llevaron a Londres y, poco después, lo martirizaron. En el Libro de Profesiones del convento se puso esta nota al margen: «Obiit Angliae martirio coronatus. Esto es: Murió en Inglaterra coronado con el martirio».

José Arias, agustino sevillano, es un hijo ilustre del convento de San Agustín de su ciudad natal. Estuvo destinado en Filipinas realizando su actividad apostólica. Cuando era párroco de Bacarra (Ilocos), se produjo una sublevación de los indígenas ilocanos. Los cabecillas apresaron al P. Arias, lo amarraron a un madero y lo mataron a flechazos el 8 de febrero de 1661. De esta forma, murió martirizado dando la vida por sus feligreses.

SOBRE EL AUTOR

JESÚS M. GUTIÉRREZ PÉREZ

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla