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Desfondado

Uno creía que íbamos a gastarnos el dinero en romper el círculo vicioso de desigualdad socioeconómica y oportunidades educativas

Javier Rubio

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No se puede ir por la vida de ingenuo. Me lo repito a mí mismo a cada rato, pero me doy de bruces con la realidad cada noche en el examen de la jornada. Iluso de mí, supuse que los fondos Next Generation estaban enfocados ... a favorecer la transición digital –y económica, por tanto– a la siguiente generación, los jóvenes que estudian todavía en el instituto o la universidad, como sugiere el propio título que la Unión Europea le ha dado a las ayudas. Uno creía, sorprendido en su buena fe como casi siempre, que los fondos iban a usarse en acabar con los cuellos de botella en materia educativa y de formación para el empleo que persisten en Andalucía en general, y en Sevilla en particular. Que íbamos a gastarnos un dinero que no esperábamos en romper el círculo vicioso que encadena desigualdad socioeconómica, oportunidades educativas y dificultades en la empleabilidad como esa familia con estrecheces que decide apretarse el cinturón para mandar al hijo a clases particulares para garantizarle un futuro mejor que el que viven los padres. Eso entendía por Next Generation: energía sostenible, digitalización empresarial, contenidos virtuales, startups punteras, empresas gacelas… en fin.

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