Opinión
Vivir Cádiz
Cádiz podría ser una mina de oro para el turismo patrimonial, pero para eso hay que invertir y no solo en campañas publicitarias
Este año que comienza a declinar definitivamente ha sido un año extraño para los que nos dedicamos al turismo en Cádiz. Y lo ha sido ya que pareció que se tomaban medidas para mejorar la situación de masificación que vivimos los que callejeamos las calles ... con un carnet al cuello y una decena de personas detrás. Sin embargo, al final, las medidas han sido más visuales que efectivas y seguimos casi como estábamos. Es cierto que algunas empresas han tomado conciencia (a base del miedo a las multas, hay que decir) y ya somos muchos los que no aceptamos grupos de más de 30 personas. Pero esto no es suficiente.
Cádiz podría ser una mina de oro para el turismo patrimonial, pero para eso hay que invertir y no solo en campañas publicitarias; hay que hacerlo para conservar nuestras riquezas y valores. Tenemos la ciudad más antigua de occidente pero yacimientos como la Casa del Obispo siguen cerrados —salvo el periodo del mes fenicio—; San Sebastián, aunque recién abierto al público, sigue infrautilizado; el Torreón de Puerta Tierra y su maravilloso paseo cerrado; los museos del Títere y el Litográfico (que bien merecería una ampliación dotándola de una historia del mundo editorial gaditano y mostrando algunos de los tesoros bibliográficos de la ciudad) muertos de risa. Del Museo de las Cortes prefiero no hablar, la maqueta centra toda la atención y eso le libera de sus miserias. Y también tenemos otro patrimonio, el inmaterial, qe olvidamos. Tenemos a Falla olvidado; como hemos olvidado la riqueza de nuestro flamenco, madre y base de otros muchos. También tenemos a nuestra gente, aunque esta comienza a perder su fuerza ante el visitante, pues el hastío de calles abarrotadas está terminando con la paciencia del más paciente.
Cádiz podría encontrar en el turismo un motor para su recuperación, pero para eso debe aprender de los errores de otros. Debe evitar convertirse en un parque temático al servicio del visitante pero olvidando a la gente local; no debe caer en ser una Venecia española. Para eso debe reforzar lo que la hace única y especial, pero, sobre todo, debe alejarse de un turismo masificado que tiene en el free la base de su sustento. No podemos tener guías precarios en conocimientos y en condiciones laborales; no podemos permitir que desde la puerta del Ayuntamiento empresas y 'pimpis' (algunas situando sus sedes en el mismo Ayuntamiento) se lancen a callejear sin el mínimo respeto que merece la trimilenaria; ahogando un barrio del Pópulo que ya no puede absorber más manadas de turistas. Abarrotando un mercado que cada día se parece más a la Boquería y menos a la 'Plaza' que siempre fue.
Cádiz tiene todo lo necesario para triunfar, menos las ganas de trabajar por un turismo de calidad y sostenible y, lamentablemente y una vez más, tampoco parece haber un interés real por parte de las autoridades en conseguirlo. Parece que cuenta la cantidad y no la calidad. Parece que, al final, terminaremos siendo un parque temático dónde piaras de turistas callejeen sacando fotos a los pocos incautos que aun traten de ser y vivir Cádiz.